UN PEDACITO DE NINGUNA PARTE ( 22 DE FEBRERO DE 2010)

Se deslizan lentos, pegajosos. Aún latentes.

Resbalando por unas manillas que los olvidarán sólo un segundo después.

Caen. Uno tras otro, y mecidos por el aire caliente que juega entre las aspas del viejo ventilador que prende del techo, y que baila siempre en la misma dirección.

Sobre la techumbre, se dibujan las manchas de humedad y abandono.

Tonos amarillentos y grises que lo envuelven más que los propios olores que desprende el viejo edificio.

La mugre parece haberlo invadido todo.

Y los cristales se han vuelto caleidoscopios desde donde inventar nuevas vidas, siempre y cuando seas capaz de imaginar cuanto ocurre fuera.



El llanto de los niños y las riñas entre algunos vecinos se han vuelto la banda sonora de mi estancia aquí, y sólo advierto por debajo de ellos, el goteo incesante de un grifo que anda olvidado entre el óxido el hastío y su propio llanto...



La necesidad de una ducha es continua.

Pero tras entender que una te llevará a otra, y esta otra a una que acabará pidiéndote otra, desistes, porque que no puedes luchar contra una humedad que se aprecia sobre cualquiera de los escasos muebles que visten aquella estancia…



Si trato de abanicarme con cualquier revista, el ventilador parece enojarse, y entonces percibo que el aire con el que hasta ahora ha estado danzando, se vuelve caliente antes de rozarme…



Es imposible moverse sin percatarse de que el cuerpo lo hace agonizante…

Cuesta respirar.

Cansa hacerlo si tienes que pensar continuamente en tomarlo por la boca para que los olores entremezclados y rancios no provoquen espasmos en tu estómago y tus entrañas…



He desterrado la idea de andar descalza en cuanto he colocado un pie en el suelo…

Ya no sé si es mugre, bochorno, humedad o mi propia piel, pero el suelo parece embadurnado de alguna extraña sustancia a la que me quedo enganchada…



Cae la tarde y cuando el astro decide que es hora de darle a la oscuridad el protagonismo que a diario se disputan como buenos amantes, saco de una vieja y destartalada nevera una cerveza, tomo una sábana y subo hasta el ático.

Las escaleras hasta llegar a él, parecen la salida de humos de un edificio en el que entremezclan ruidos, aromas, olores y algunas jóvenes parejas que se deslizan entre peldaño y peldaño intentando dar rienda suelta a un amor que desconocen y que acabará consumiéndolos tarde o temprano.

Entiendo que además de ser el centro de reuniones, aquel espacio en lo alto del edificio cumple funciones varias.

Algunas cuerdas en un extremo soportan el peso de la ropa que alguna vecina ha debido tender no hace demasiado. Aún gotea.

Unas viejas sillas de plástico de las que no acierto a descubrir el color, yacen amontonadas junto a una mesa que corre la misma suerte, y que no tardará en ser devorada por un cielo que siento demasiado cerca.

Algunas muñecas rotas…

Algunas hojas de libros que han sido arrancadas revolotean con la leve brisa que las mece de un lado a otro y unos pocos viejos electrodomésticos destartalados acaban por ser el decorado de ese pedacito de suelo que se abre ante una bóveda poblada ya por completo de estrellas y alguna tímida nube que presagia lluvia.



Descubro en una esquina una vieja butaca con brazos de madera y una tela roída por el paso del tiempo y el sol.

Dispongo sobre ella la sábana y no sin miedo a que en cualquier momento pueda deshacerse por completo, la acerco a una esquina desde la que puedo contemplar algunas calles que parecen ir despertando poco a poco a otra noche.



Doblo sobre ella mis rodillas y me dispongo a dejar aletear a mi alrededor el tiempo.

Sin más cansancio que el que las manillas de mi reloj me ofrece.

Bajo un cielo que es incapaz de arrastrar con él cualquier olor o esperanza.



Y mientras todo esto ocurre, me pegunto si las viejas aspas seguirán girando en la misma dirección...

Comentarios

Entradas populares de este blog

MERECES...

CONSTELACIONES... ( 3 DE MAYO DE 2009)

QUÉ TEXTURAS PINTAN LAS NUBES?...