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Mostrando entradas de julio, 2010

BUSCAR NUEVOS CIELOS...

Parece que algo empieza a mutar. No ando demasiado segura de qué pueda ser. Tal vez sea el todo por el todo. O puede que sólo la esencia. Siendo ésta todo y su falta de movimiento otro declive más. En otra de las muchas vidas. En otro de los muchos tiempos. En otro de cada uno de los andares, los pasos o los caminos. Hace escasos momentos me debatía entre salir o no a apoderarme una noche más, tal vez la última, del espacio en el que he sido capaz de sentirme tranquila y he podido escribir… Y aquí ando. Esta noche no observo aviones en el alto cielo. La noche anda cerrada y ni la luna la viste. Algunos relámpagos iluminan porciones de ese cielo, que vuelve a quedar sumido en la negrura espesa. No sé demasiado bien desde donde te escriben mis manos. Ni si han encontrado emoción hoy. Tal vez si tuviera que plantearme una, sería el hastío. No sé demasiado bien a dónde van a llevarme estas palabras. A dónde te harán llegar, y si te plantearás realmente que no puede ser

NEURONAS SIGUEN SIN ADAPTARSE....PONLE EL QUE QUIERAS.

Probablemente sea la mayor de las sandeces. La más supina idiotez, o llámalo simplemente miedo. Pero no era así como pretendía empezar este post. La historia cambia cuando al llegar a casa, encuentras que tu hermano pide con los ojos explicaciones. Y entiendes que no debes dárselas, porque guarda en sus retinas lo mismo que guardan las tuyas. _No lo recuerdas? _No. No puedo. _Volverán. No te quepa duda. Perdónate entonces. Yo sólo quería hablarte de un día cualquiera como este. Normal en muchas vidas. Especial en la mía. Sea como sea, tras haber trabajado todo el día fuera y dentro de casa, y con el dinero suficiente ( debo medirlo a cuenta gotas porque hasta septiembre no habrá más trabajo) me encamino a esos grandes almacenes que te lo venden todo con nombres impronunciables, y que visten casi el 60% de los pisos adquiridos por jóvenes. Me viene una sonrisa recordando que días antes, y habiendo ido en busca de un futón, acabé comprando una estructura de cama de pino

ME CONOCES?...

Liviana. Tal vez porque no me paro demasiado a pensar. Y ni mucho menos le doy voz a mi yo más interno. Camino. Mirando hacia adelante... Recuerdo que cuando era niña y veía a los caballos, me preguntaba por qué cubrían sus ojos… Debo tener la piel tan dura, que más que resbalarme nada, es que ni siquiera lo noto. Y es que esperas que esta vida cambie. Pero no te planteas que te cambie. Que te obligue a cambiar. Hasta el punto de ser lo contrario de lo que has sido hasta ahora. Tenía miedo al pensar que con ello pudiera herir. Ahora comprendo que hacerse más fuerte, sólo puede dolerle a aquellos que nos creyeron en sus manos, e hicieron cuanto de nosotros quisieron. Duele? Créeme si te digo que es más pesado el extravío. Que ha dolido más, siempre, no ser. Que soy ahora. Y aunque pueda parecerme tarde, sé que no hubieras deseado nunca este momento. Acojona. No te creas. Estar sentada de nuevo, en mi terraza, contemplando el cielo de vez en cuando, intentando a

ACABASTE LAS PALABRAS...

Podría con sólo una mirada, hacerte entender que quiero que estas sean las últimas palabras que voy a dedicarte?… Podría... Si me planteara salir a buscarte y dejar que mis ojos te hablaran… Querría poder levantarme mañana siendo otra. Una completa desconocida para ti. Para mi… Tan inexistente para tus recuerdos y tus emociones como para tu piel, tus ojos y tu olvido. Podría evitarle a mi alma más espera, si supiera cómo. Evitarle el dolor. Porque aparece y se esfuma de la noche a la mañana, dejándome de nuevo herida de mi rancio recuerdo. Querría levantarme siendo otra. No haber vivido todo este tiempo de ti. Quisiera disponer de todos los espacios que quedaron anclados en el brillo y la luz que me brindaron tus ojos. Me planteo, qué escribiría esta noche si no se sintieran mis manos perdidas en el laberinto de la cordura que pierdo a borbotones… Si no sintiera que sello mi boca. Intentando ahogar así de nuevo el vacío que me acompaña y me viste por completo. Qué no

RABIA....Y CIELOS.

Escribo desde ella. Me puebla por completo. Así que no es extraño que me tiemblen las manos. Además el día no propicia nada bueno. Martes y trece….. Sólo pedí que se respetaran los espacios. Sin intención de tener que volver a ellos, pero la necesidad de calma y paz apremian. Y los espacios no se respetaron… A cualquiera que le diga que tras tomar probablemente la decisión más dura de mi vida, cogí a mi hijo, saqué media vida y todo un almacén lleno de sueños que me mantenían viva porque me hacían luchar a diario con uñas, dientes, y haciendo jirones mi piel, me dirá que estoy loca y que equivoqué el camino. Muy probablemente. Pensé antes en el resto que en mi. Y eso tiene también una factura que empieza a cobrárseme ahora que he decido volver. Hacía un año que por última vez visité mi casa. Entonces me pareció desolador. Hoy no encuentro la palabra exacta que pueda golpearte de la misma manera en que me ha golpeado a mí. Con un calor que lo envuelve todo por completo, y

ALEGORÍAS...

Encuentro los recuerdos medio desconchados. Las fotografías roídas por el paso del tiempo sólo un segundo después. Las guardo desordenadas. Llenan todo un cajón. Y sólo me acerco a él para descubrir tras un montón de imágenes, los extremos que guarda tu piel. Cada una de las sonrisas cómplices… Bajo una bóveda de la que no quise bajarme… A la que llegué subiendo los peldaños de tus labios… A la que me dejé llevar amarrada a ti… Bailando bajo tus brazos y tus envites… Calmando la soledad… El silencio sólo salpicado por los jadeos de una lucha… Sin apenas palabras más que para descubrirnos cuanto ya sabemos… Encuentro entre una de esas imágenes el barro que te viste… El que transformo con mis dedos cuando cierro los ojos y te imagino cieno… Perdiendo de vista mis manos hasta confundirlas contigo… Y tras ellas mi cuello, y bajo él mis pechos… Y en dirección opuesta a mi boca, mi cintura… Y tus manos… Y de nuevo el lodo… Y tu boca susurrándole a mi sexo para que no volviera de mi cielo… Im

EN EL FILO...

Veo nuestra sombra sobre el asfalto. El pelo no deja de cabriolear. Lo veo ir y venir por el retrovisor. Y vuelvo a aferrarme… A sabiendas de que muere a cada poco… Presintiéndolo… No me preguntes dónde lo veo…. O qué me trae a sentirlo… Lo veo en ti… Me lo entregas a pedacitos… Uno por cada una de las confidencias… Otro por cada uno de los silencios que quedan guardados en los bolsillos de tu pantalón o la parte interna de mis manos… Sumándose los que quedan huérfanos del tiempo… Sin olvidar los que te llevan a buscar en otros ojos porque los míos me esconden desde que te presiento lejos… Y me lo regalas tú… Me aferro a ti, e intento que mi corazón llegue al tuyo para descubrirlo… Sabedora como soy del poco tiempo que me queda… Del poco que vas a ofrecerme… Cierro los ojos y me dispongo a soñar. Soy de las que duermen poco pero se pasan noches enteras tejiendo… Y me sorprendo sonriendo y volando, y sintiendo el aire en la cara… Sigo evitando hurgar en tus ojos… Conocedora también de l

DOS MEDIAS VIDAS Y UN CAFÉ....

Los observo desde la mesa de madera que el paso del tiempo ha llenado de cicatrices, desde donde me espera el humeante y espumoso café con leche. Debe de haber al menos dos dedos de crema, y el camarero que lo ha preparado, tiene experiencia suficiente para saber que debe servirse caliente, antes de que ésta se enfríe, o la espuma se convertirá en una nube que abandonaré sobre el plato, ayudada por la cuchara. Afuera la estación comienza a mostrarse de tan distintas maneras, que acaba por envolverme, y ante la amenaza de lluvia, he decidido resguardarme sólo un momento a observar. Los árboles toman su color. Como lo hacen también los pensamientos, los cielos, y las bocas, que olvidan la sonrisa porque se abandonan al sueño de quienes debieran portarlas. Deben cenar pronto para dormir pronto también. Apenas intercambian miradas o palabras, y únicamente el ruido de sus cubiertos rompe el gelatinoso silencio que los envuelve. Sus cuerpos han tomado ya el color del segundo que los envuelve