EL HOMBRE DE ESPALDAS...
Me quedé esperando a que hubiera más. Que no acabara... Y a sabiendas que eso no sería posible, me decidí a dormir permitiendo que me abrazaras mientras de tanto en tanto una gota de sudor recorría algún espacio no saciado de mi cuerpo... En ocasiones notaba como esa gota recorría uno de los pechos hasta ir a dar con el otro y una vez allí desaparecía como por arte de magia. Otras en cambio recorrían la espalda e iban a perderse sobre tu piel… Y seguí esperando... A que no hicieran falta las palabras. A que volviéramos a prohibirlas. Me quedé esperando el momento en que tuviera que negarle a mis labios el impulso de pronunciar. Seguí esperando a que pasara pronta la noche y llegara veloz la mañana para poder empezar de nuevo una guerra bajo las sábanas. Para que tras todo eso hubieran palabras que merecieran ser encontradas, acunadas, mecidas y luego vomitadas de la única manera que conozco. Que hubieran recuerdos tras todo aquello que me hicieran buscar un nuev