FOTOGRAFÍAS INCONEXAS ( 27 DE DICIEMBRE DE 2009)
Sigue el desasosiego.
Estirada en la cama, y ha vuelto a aparecer mi verdugo.
Tal vez sienta yo más vergüenza por lo que ocurrió que tú.
Sigue.
Soy incapaz de desprenderme de ella.
Te veo tras la puerta.
Veo tus pasos nerviosos de arriba a abajo.
Y de vez en cuando mi pasado vuelve y vuelvo a sentirte.
Todo sigue.
Intento no ser visible para ti.
Siendo tú el que no deja de poblarme uno y otro día.
En cálidos amaneceres o frías madrugadas.
En gélidas noches o aterrados despertares.
Sin niebla en mis recuerdos.
Porque aparecen como fotografías desordenadas
que pasan ante mis ojos como imágenes
en las que las diapositivas cambian del color
al banco y negro para volver al naranja,
y luego al malva, y después al marfil…
Paso a hacerme un ovillo lleno de temores.
Apretando con fuerza los dientes para así evitar la mordedura.
Y es tanta la fuerza que hago para no respirar y así tomar tu aire,
que acabo ahogándome por no respirar el recuerdo.
Quedo inmóvil y sólo al ruido de mi cuerpo temblando
se acompasa el latir de un corazón que acaba de pararse
para que no puedas verme.
Siento que vuelven a ser míos los mismos juegos de siempre.
Las mismas trampas de siempre.
Tantos años llevándola dentro y hoy ha despertado.
Es evidente.
Una vez más.
Lo he sentido a borbotones en las sienes.
Inconexas por completo.
También lo sé.
Supongo que me conozco demasiado
Es al fin y al cabo lo que he sentido siempre.
No me han enseñado de otra manera.
Puedo aprender, también lo sé.
Pero y si a la vez pienso que ya estoy cansada y que aprendan los otros?
Soy egoísta?
Y luego sólo silencio.
Me estoy equivocando cuando siento que duele seguir haciéndolo así.
A borbotones una tras otra. Y no puedo darles forma
A borbotones una vez más.
Sigue apareciendo.
Y a cada nuevo recuerdo una nueva sensación.
A borbotones y sin tiempo.
Se evaporan con demasiada facilidad.
Y en cambio a borbotones...
Olvidar el ritmo de tu voz.
Sin que duela. Ni ella ni ninguna otra.
Poder oírlas nada más.
Dejarlas fluir.
Como a los recuerdos que no queremos.
Y que de vez en cuando aparecen en nuestras vidas a borbotones.
Cuídense.
Sean Felices.
Ciao.
Estirada en la cama, y ha vuelto a aparecer mi verdugo.
Tal vez sienta yo más vergüenza por lo que ocurrió que tú.
Sigue.
Soy incapaz de desprenderme de ella.
Te veo tras la puerta.
Veo tus pasos nerviosos de arriba a abajo.
Y de vez en cuando mi pasado vuelve y vuelvo a sentirte.
Todo sigue.
Intento no ser visible para ti.
Siendo tú el que no deja de poblarme uno y otro día.
En cálidos amaneceres o frías madrugadas.
En gélidas noches o aterrados despertares.
Sin niebla en mis recuerdos.
Porque aparecen como fotografías desordenadas
que pasan ante mis ojos como imágenes
en las que las diapositivas cambian del color
al banco y negro para volver al naranja,
y luego al malva, y después al marfil…
Paso a hacerme un ovillo lleno de temores.
Apretando con fuerza los dientes para así evitar la mordedura.
Y es tanta la fuerza que hago para no respirar y así tomar tu aire,
que acabo ahogándome por no respirar el recuerdo.
Quedo inmóvil y sólo al ruido de mi cuerpo temblando
se acompasa el latir de un corazón que acaba de pararse
para que no puedas verme.
Siento que vuelven a ser míos los mismos juegos de siempre.
Las mismas trampas de siempre.
Tantos años llevándola dentro y hoy ha despertado.
Es evidente.
Una vez más.
Lo he sentido a borbotones en las sienes.
Inconexas por completo.
También lo sé.
Supongo que me conozco demasiado
Es al fin y al cabo lo que he sentido siempre.
No me han enseñado de otra manera.
Puedo aprender, también lo sé.
Pero y si a la vez pienso que ya estoy cansada y que aprendan los otros?
Soy egoísta?
Y luego sólo silencio.
Me estoy equivocando cuando siento que duele seguir haciéndolo así.
A borbotones una tras otra. Y no puedo darles forma
A borbotones una vez más.
Sigue apareciendo.
Y a cada nuevo recuerdo una nueva sensación.
A borbotones y sin tiempo.
Se evaporan con demasiada facilidad.
Y en cambio a borbotones...
Olvidar el ritmo de tu voz.
Sin que duela. Ni ella ni ninguna otra.
Poder oírlas nada más.
Dejarlas fluir.
Como a los recuerdos que no queremos.
Y que de vez en cuando aparecen en nuestras vidas a borbotones.
Cuídense.
Sean Felices.
Ciao.
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