LAS NUEBES SE ELEVAN DESDE EL SUELO HASTA EL CIELO ( 25 DE DICIEMBRE DE 2009)

Madrugada del 25 de Diciembre de 2009.

Son las dos de la mañana y no corre ni pizca de aire. Tampoco hace frío, y eso me permite estar fuera, intentando que de nuevo afloren las palabras y las musas hagan acto de presencia de manera ordenada esta rara noche, pero para eso debo pactar con ellas, y empezar a escribir desde el principio, y a eso voy, mientras los que salen a fumar se interesan por lo que hago, puesto que no hay conexión wifi, así que entre intromisión y pausas varias, espero no perder el hilo demasiado.

Esta mañana de jueves, el cielo parecía formar parte no sólo de ese gran azul que nos cubre.

Parecía emerger desde el suelo, y la niebla, dificultaba la circulación.

No es un buen día para salir de compras, y cada año me propongo no posponer demasiado las mías, pero cuando no es por trabajo es por trabajo, y siempre acabo en el coche el mismo día en que el resto de humanos decide como yo, que las compras no pueden esperar más.

Me levanto tarde porque mi hijo me da una pequeña tregua y nos encaminamos bajo una pequeña llovizna camino a desayunar con otras mamás con las que normalmente desayuno, y que hace tiempo que no ven a Pol.

He hablado contigo y en cuanto acabe las compras, paso a buscarte para que juntos vayamos al hospital.
No te gusta conducir. Meterte en la jungla no te ha gustado nunca, y hoy no iba a ser menos.

A las doce creo escuchar el móvil.

Estos días, lo evito, pensando que tal vez así vaya a dolerme menos, y ya no sé si ansío…

Buscarlo dentro del bolso me resulta misión imposible. Siempre he dicho que de quedarme aislada un mes con mi bolso, lograría sobrevivir sólo de los restos de las millones de galletas, chocolatinas y caramelos que se pierden y se extravían en él.

Miro la pantalla. Dos llamadas perdidas. Me lo temo.

Vuelve a sonar y mi mundo cae a plomo como hoy lo hacen mis cielos.

_Ya.

Y aunque voy acompañada, rompo de nuevo en llanto.

No quiero dejarte sola, y cambio de planes para dirigirme donde estás.



El tránsito está imposible y el camino que tantas veces he hecho estos últimos días, se me hace eterno bajo la misma lluvia que me acompañaba al salir de casa.



Cuando llego tus ojos me muestran el dolor, la paz y la ausencia que han empezado a poblarte y sin decir palabra, te abrazo y tomo tu mano, como sin ese momento fuese mi única tabla de salvación.

Me enfrento sola a cuanto llevo temiendo estos días.

Se me hace duro y echo a faltar en quién apoyar mi mundo, ese que irremediablemente sigue su curso, bajo la lluvia y el cielo que entristecen y marcan a fuego en las niñas de mi memoria este segundo eterno.

Se pierden entonces los millones de recuerdos que parecen flotar en esa agua que busca el camino para llegar a las alcantarillas…

Y es tan grande el vacío que me inunda por completo, que temo no salir de él.



Intento hacer de mi dolor la salvación que consuele a otros, pero de quienes sienten esta fugaz vida pasar ante sus ojos sin poder agarrarla, recibo el vacío que los recorre.



Llanto.

Sólo llanto ante una ventana salpicada de las luces bajo los que la triste ciudad se solapa.

Y creo percibir como mi mundo está por completo desordenado.

Donde siendo de día, la noche parece haberse echado sobre nosotros.

Donde las nubes vienen a elevarse desde el suelo de manera lenta.

Hasta encontrar su lugar en lo alto.

Donde no es un buen día para salir de compras.

Donde no es un buen día para morir…

Pero qué día es bueno, si sea el que sea, vas a sentir que aún no has tenido tiempo de vivir como has querido, cuanto has querido o por quien has querido…



Te miro¸

Te miro y siento tu fragilidad.

La leve brisa nos acaricia.

Sentimos una vez más la eternidad de esta fugaz vida.

Sentimos el calor de un reencuentro plagado de miradas cómplices que se evitan por miedo, mientras nuestros jaleos se esconden por miedo a la emoción…

Y siento miedo.

Hoy parecían llorar los ángeles, y sólo a media tarde un tímido sol se atrevió a darnos una pequeña tregua…

Llevaba todo el día buscándolo.

Buscaba su luz y su calor.

He querido llorar amargamente, y he tenido que hacer coraza de mi anhelo para verte vivo una noche más.

He recibido a cambio el contacto de mis labios con tu frente, y unas tímidas miradas llenas de esa luz que el sol intentaba regalarme esta tarde.

Me vale, porque a falta de la estrella, encuentro en ti mis amaneceres.

Y quisiera gritarte que no es de cobardes llorar.

Y me siento cobarde.

Quisiera vivir para hacerte entender que el miedo sólo nos aleja y nos convierte en completos desconocidos.

Quisiera acercarte a mí.

Y vuelvo a sentir la cobardía que me instruyen tus actos…

Y en cambio, sentí como hoy lloraban junto a nosotro tristes querubines envueltos en la espera que nos retiene en esta tierra que no nos pertenece...



Sé que a diario mueren pequeñas partes de nosotros.

Pequeños pedacitos de alma que olvidamos o arrinconamos en los bolsillos de nuestra niñez lejana…

Nunca va a haber un buen día para que te arranquen sin permiso una de esas pequeñas luces que guían tu confuso camino.

Nunca va a haberlo para sentirte morir a mitad de esta vida.

No va a haberlo para gritarle a tu Dios que te permita quedarte sólo un ratito más, y no haga bajar las nubes para que te lleven con ellas.

Te quiero.

Cuídense.

Sean Felices.

Ciao.

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