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Mostrando entradas de abril, 2010

CONTRA VIENTO Y MAREAS...

Ya no acierto a saber si prefiero quedarme anclada o continuar el camino sin ti. Me había hecho a la idea. Tardé millones de arenas y cientos de agonías en hacerme a ella. Y te quise libre. Por más que desde entonces mis manos y mi voz permanecieran carceleras de mis sentidos. Apenas puedo recordarte sin sentirlo. Y vuelo a sumirme en mis lagos. Me empujas a ellos sin que pueda evitarlo… Y mientras te vas sólo puedo rogarte que no me abandones… Dejándome marchita por completo. Agonizante. Temerosa y acurrucada sobre el frío suelo. Hubiese restado allí si hubiera conseguido así que fueses feliz. Y vuelvo a encontrarme en medio del lago. Sin saber demasiado bien si debo esperarte o gastarás tu tiempo creyendo haber encontrado. Mientras sigo sintiendo frío. Cuando caen las noches y despuntan los días. Vomité cuanto llevaba dentro y me zambullí en el agua… Si debía morir de frío, no quería hacerlo por el que me quemaba dentro… Apenas unos metros y la sentí envolviéndome… Hubiese dejado que

VIAJEROS BAJO LA LUZ DE LA LUNA...

Nadie te enseña a vivir. Nadie te muestra el camino. Simplemente echas un pie tras otro y aprendes a moverte intentando mantenerte erguido. Un paso tras otro hasta darte cuenta de qué pasos has equivocado y cuáles te han mostrado el sendero que debe conducirte al final de esta vida…. Perdí de cuenta los pasos. He aprendido a caminar, bailando entre paso y traspiés . Sigo haciéndolo a día de hoy. Y es más que probable que esté aprendiendo hasta en el último de mis pasos porque seguiré oteando el horizonte de mi vida… Pasos que te llevan a sentir que has ganado. Caminos enteros que te agotan y te hacen caer en la desesperación de haber perdido. No sólo el tiempo o las fuerzas, el aliento o el norte… Y mientras….seguimos caminando. Porque por más que tu tiempo decida estancarse, no puedes dejar de enlazar un pie tras otro… Y tras uno de esos caminares que no crees que te lleve a ninguna parte, encuentras millones de briznas sobre las que caminar… Porq

APENAS QUEDAN ESPACIOS...

Cerré la última de las cajas. Deberían bastar por hoy. Tal vez mañana deba abrir de nuevo alguna para meter algo pequeñito que haya olvidado. Algo que pueda caber dentro. Tal vez deba preparar otra porque lo que haya olvidado no quepa en ninguna de las ya cerradas. Repito la misma acción desde hace meses. Y no he dejado de hacerlo un solo día. A diario meto en esas cajas sin desearlo, o tal vez sin pensarlo, algunos de los días de meses vividos con anterioridad. Tal vez ese mismo día sea capaz de guardar en cajas de cartón las horas previas a la acción. Nunca al empezar el día conozco de cuánto voy a desprenderme esa misma noche. Tal vez el día de mañana me muestre que debo empezar mis horas guardando las palabras de esta noche. Lo sabré en cuanto despunte el día y la luz de millones de vidas se cuele temerosa por mi ventana. Esta noche guardé de nuevo mi tan conocida vida. La guardé de nuevo. A pedacitos. Una pizca de aquí. Un poquito de allí. Un cachito de aquello y un resto de ti. E

NO BUSQUES EN ELLOS...

Amanezco entre caricias. Enrollada por completo con las sábanas. Creo que volví a bailar sobre ellas anoche. Una estrecha cuchilla de luz se cuela por la ventana y dibuja un rectángulo perfecto sobre el suelo. Las velas ya sin vida quedaron anoche esparcidas por la habitación. Esa misma mañana al llegar, llené la bañera de agua caliente y esencia de sándalo. Me sumergí durante un tiempo que fui incapaz de controlar y de fondo, la música que llevaba en el pc. Siempre la misma canción. Y habiendo recostado mi cabeza sobre la toalla enrollada, me entregué a los designios de un Morfeo acuático hasta perderle la batalla. A mano todo lo que creía necesario para darle a mi piel cuantos mimos pidiera. Esperando cubrir no sólo sus necesidades. Cuidándola para ser capaz de cubrir rinconcitos compartidos. Una vez despierto por la visita inesperada que me sobresalta dentro de la bañera, tomo la cuchilla y la deslizo delicadamente sobre la piel. Contemplo mis pies. Desnudos por completo de color. C

SILENCIOS SIN ORDEN...

Pasan de las diez de la noche. Como de costumbre ( sin olvidar que soy una chica hecha de ellas), sentada en la cama con el ordenador sobre mi regazo. Sobre la estantería mi taza de cola cao calentito. Como banda sonora que espero exprima lo que me cruza estos días de manera superficial un Hallelujah. Este, cantado por Alexandra Burke. Anoche tardó en hacer efecto. Hoy la tomé antes y espero que pueda relajarme hasta el punto en que mis dedos sean capaces de poner en orden las palabras que antes deberá ordenarle mi mente. Si la noche es clara, tal vez entre a formar parte el alma, y la escritura compense hasta el punto de colgarla con seguridad en el blog. Estos últimos días intentaba absorber a toda costa para acabar dándome cuenta de que apenas nada rozaba mi piel. Intentaba que mis ojos y mis manos se hicieran de todo cuanto cayera en ellos, para darme cuenta de que estaban atados a mirar hacia adelante, sin darme siquiera un respiro desde el que poder detenerme a observar o

LAS PALABRAS MÁS BELLAS...

Un nudo en la boca del estómago. Un vómito que no acaba de llegar y que no puedo quitarme de mis entrañas y mis oídos por todo lo que atropelladamente he escuchado. Soberbia…. Envidia…. Mala hija… Estás podrida por dentro… Uno recibe cuanto siembra y mira qué has hecho con tu vida. Y qué razón lleva esta última de tus afirmaciones. No puedes llegar a imaginártelo. Porque siendo tan buena, se te escapó. No vas a saberlo nunca. Nunca. No voy a darte ese placer. Equivocaciones muchas. La primera volver. Hoy te he dejado claro que quiero alejarme de ti todo lo que me sea posible… Y vuelta a los insultos. Como siempre. No he callado. No esta vez. Te recrimino todas y cada una de las palabras. Cuánto me desconoces. No entiendes que necesito sacarte de mi vida. No entiendes nada. No quiero llorar más. No por esa herida. Ya endureció. Y sólo siento rabia por tener que controlar el dolor que intenta derramarse en mis ojos. No quiero seguir perdiendo mi vida tras él. Fuiste una equivocación…. E

PEQUEÑOS BROTES...

Reconozco que tenía mucho más clara la idea cuando volvíamos con los peques dormidos en el coche. Un atasco no siempre es bueno. En este caso y tras los nervios de esa misma mañana, kilómetros de charla y atascos para bromear y hacer algunas fotos. Recuerdo los brotes pequeños de las moreras. Los miraba y pensaba que así empezó todo. Con miedo a la vida. La que debíamos dar más allá de la nuestra. Y poco a poco fuimos apareciendo una a una en la vida del resto, para acabar dando forma a esos brotes que más tarde se convertirán en grandes hojas y pasarán a formar parte de una sociedad como les tocó a nuestros padres hacer con nosotros. Los árboles andan desnudos y apenas se divisa el verde. Nada contrasta con el tronco que se ata al suelo que le da la vida. Y años después seguimos encontrando nuevos brotes que vienen a llenar de nueva vida y luz el camino andado hasta ahora. Tomo en mis manos un pedacito de ella, de esa vida, y puedo acercarla a mi pecho, mirarla a los ojos y ver un sin

NEGRA NOCHE.

Decidida a no dejar pasar la oportunidad, me encamino a la dirección que he apuntado. La noche está tranquila todo y haber partido. Me muevo sigilosa entre el juego, así que nadie se percata de mi. Casi y por sorpresa tras los pasos que acompañan mi cabizbaja vista, y me encuentro ante la puerta. Veo al malabarista de palabras nada más llegar. Es un local con “solera”. Que cada uno entienda cuanto las palabras sean capaces de transmitirle. El tiempo parece resbalar por las paredes y los techos. La inocencia parece haberse impregnado en ellas, y sólo los tonos granates y marrones parecen verse reflejados en el gran espejo que preside la entrada. Las tulipas de la lámpara parecen albergar historias extraordinarias llenas de melodías y arpegios que rasgan palabras una noche tras otra… Sabias bajo el manto del olvido. Al otro lado de las sombras… Las islas vacías se disponen esparcidas con orden sobre el largo mar de sillas desiertas que tiempos después empezarán a poblarse de desiertos ún