Entradas

Mostrando entradas de enero, 2018

DE ARQUITECTURAS JODIDAMENTE IMPERFECTAS...

De la arquitectura líquida a la honestidad del material va toda la piel que la cubre por completo, asumiendo su función unos días mejor que otros. No hay vacíos apropiables hasta que, de pronto y sin venir a cuento, te regala la esquina inferior del tercero de los cajones, el que guarda sólo para sus lápices… No puedo decirte que todo dentro esté urbanizado de manera táctica, o que sus paisajes tejidos den certeza, con solo observarlos, de la geometría orgánica que acogen todas y cada una de sus curvas, pero puedo asegurarte que es jodidamente placentero recorrerlas en silencio. Sus espacios van a contraerse y a extenderse llevándote hacia las cuerdas y arrinconándote las noches que a la cama le falten grados desde la perpendicular de su ombligo. No existe dualidad más transparente, y la muestra en espacios tan reducidos, que consigue agrandarlos y llenarlos de luz solo con arquear la comisura derecha de su boca. Se viste de secuencias arrítmicas, tanto, que

DE ESCARCHAS Y AGUAS PROFUNDAS... ( 20 )

Hay músicas de las que uno debe desprenderse para aprender nuevas...y cuando de golpe dejan de resonar dentro y de acompañarnos a diario, cuando se habían convertido en banda sonora de siempre lo mismo, desprenderse resulta tan extraño como debe resultarle a una serpiente mudar la piel…porque en el fondo es todo el conjunto, lo que nos conforma, lo bueno, lo no tan bueno, todo lo que conocemos y aquello que sin conocer también nos hace ser nosotros…conocemos de la tierra a la que llegar para hacer morada, para sentirnos hombres, pero queda tan lejana esa profundidad del agua que guardamos dentro, que saltamos como un resorte mostrando aquello que aun desconocemos cuando la locura nos ha tomado por completo… Te juro que he intentado alejar al monstruo a diario. Lo he negado tanto que mis días se convirtieron en casi que negación continua…siempre ahí, en silencio, perforando mis tímpanos y llenando mis manos por más que tratara de vaciarlas… existen vidas tan llenas de juegos

DE NO CONOCERSE O RECONOCER AL OTRO... ( 19 )

Cualquiera con dos dedos de frente hubiese podido mantener la maldita fe... Cualquiera a quien no hubieran herido hasta el punto de desear no estar ni ser, para no sentir o recordar siquiera... Mantenerla al lado no resultó nunca fácil, y siempre tuve la sensación de que la mía zigzagueaba continuamente sin darme tregua a disfrutarla demasiado tiempo. Nadie tiene la misma necesidad de mantenerla o de lidiarla con las mismas armas, eso es lo que nos diferencia, y cuando llegó el punto de tener que decidir si vivir como hasta entonces o aprender a vivir de nuevo sin ella, escogí, como hacen los cobardes, mantenerla al lado aunque por pocos espacios de tiempo, y siempre y cuando decidiera aparecer, sintiéndola siempre segundos antes de escapárseme de las manos. Algunos no han tenido nunca la necesidad de reconocerla. Otros en cambio la esperamos a la vuelta de cada esquina. Reposando tranquila junto a la primera taza de café de la mañana, o en el rizo de la toalla con

DE ESAS VIDAS QUE NUNCA ACABAN SIENDO DEL TODO NUESTRAS... ( 18 )

…llegué a aborrecer mi propio olor. Era el del miedo. Y cuando te encuentras conviviendo y destilando miedo mientras el que debe complementar tus días pares y tus noches alternas en cualquiera de los meses del calendario que recoge el tiempo de toda una vida, destila culpa, tarde, siempre más tarde que temprano, uno se ahoga en una pecera llena de peces con los que tiene que lidiar en busca de espacio y oxígeno…llegué a aborrecer su olor sin ni siquiera reconocerlo…las cosas ocurren sin más…esas que por pequeñas e insignificantes cambian de un solo golpe el rumbo de tu mundo. El que conoces, el que reconoces y en el que te reconoces… No, no me resultó sencillo abrirle las puertas al nuevo miedo, ni me calmó nunca la idea de que una vez mezclado con el viejo, mi olor fuera a cambiar. Pude haberme vaciado tantas veces como necesidad hubiera habido en mi vida para hacerlo, por dolores y pedazos rotos que ni siquiera habían ocurrido aun, de los que desconocía la forma