De algunos monstruos y otros depredadores o de cómo descubrir que no eres Heidi...

... _Eres una cobarde. _Y tú una lagartija tocapelotas. _Ya. Pero lo mío no tiene solución. Claro que ahora que lo pienso, lo tuyo tampoco bonita. _Por qué no dejas de aparecer cuando menos me lo espero y sigues en la ventana del baño como hasta ahora? _Porque me has visto. Eso es señal de que ya existo para ti. Y mola eso de compartir casita. _No eres una compañera de piso. Eres una ocupa. No te he invitado. _ Estás segura? Y por qué eres tan desagradable? _Y tú por qué eres tan verde? La dejo sobre la misma almohada en la que la encontré cuando tras la ducha a peque y la cena ligera, vuelvo a la habitación. De camino al baño puedo sentirla regañar entre dientes… _No le has dicho nada verdad? _Decirle nada a quién? _Al animalejo que se duchaba la otra mañana en nuestro baño. _Y qué te parece que debiera decirle? Que cierre el tapón del gel la próxima vez? _Yo a Anselmo se lo digo. _Quién es Anselmo? _El amigo macho que viene a pasar algunas noches a mi ventana y a tu

_Si no dejas de darte esos tirones, acabarás calva en nada y menos. _Qué sabrás tú? _La evolución nos hizo más prácticos a algunos “ animalillos”. Para que luego digan… La miro de reojo mientras sigo sin entender por qué la crema para deshacer los enredos de mi anárquico y estropeado pelo no funciona… _Te importa? Voy a hacer un pis. _No. Adelante. Observo cómo se queda quieta y tras dos segundos en los que nota cómo mis ojos se clavan sobre ella esperando a que reaccione permitiéndome unos instantes de intimidad, se gira de espaldas intentando cruzar sus manitas… Sonrío. Pienso que no llegará nunca a tomar esa pose de mujer herida. _Qué pasó anoche? _Nada. _Vale. Si no quieres contármelo lo entiendo, pero no me mientas… _No te miento. _Sí lo haces. _No lo hago. _Sí lo haces. _Pero por qué ando discutiéndome contigo? _Porque no tienes a nadie más con quien hablar y se nota que andas jodida. _Estoy bien. _Sí. Ya. Lo que yo decía… Algunos animalejos evolucionamos

Llegará el día en que deje de escribirte. Y no ando segura de que entonces sienta que haya ganado nada. Como no lo siento a día de hoy. No puedo ganarte nada tras que me lo hayas arrebatado todo. Todo… Cuando desperté sobresaltada y encendí la luz, el reloj marcaba sólo las cuatro y media de la mañana. Inmóvil bajo el edredón intenté entender algo, y cuando rato después me venció el sueño y vencí al miedo, la luz permaneció encendida. El lugar del que salías había cambiado de sitio. Ahora, ubicado en la calle donde la vieja tienda de juguetes se ha convertido en una lavandería, viste altas puertas de hierro gris. Fui allí, entre la niebla que siempre envuelve ese lugar. Busqué en el calendario, sin saber siquiera qué debía buscar porque lo olvidé por completo. Y corrí. Corrí en contra dirección para esconderme bajo la negra capa y así pasar desapercibida a tus ojos, en la escalera que antaño daba paso al acceso subterráneo para cruzar la carretera que debíamos tomar par

Aproveché porque sabía que andarías mirándola. Como tantos otros, intentando que en su cara se dibujaran las palabras. O tal vez anduvieras añorando las estrellas que parecían brillar menos que de costumbre… No andaba equivocada, y algunas de las letras llevan a dibujarla… Era la misma que tantas noches atrás, pero… Así que decidí darle una tregua. Dejar de esperar en sus bancos. Viendo caer el oscuro día y las noches de ceniza clara. Y olvidé dibujar la estela que sólo los más locos se atreven a surcarle... Me vestí de ella. Para lo que tuve que desnudarme por completo. Anoche entre cojines, resultó más fácil conciliar el sueño. Y para ocultarles el secreto a mis fieles compañeras, me mantuve en completo silencio. Me tomó mi tiempo, y contemplé como poco a poco mi piel era recorrida por el líquido que desde dentro tornaba su tez mortecina. Tomó la tonalidad del claro gris en la penumbra. Tapé el pecho con mis manos, y me concentré en una respiración que por moment

No estamos tan solas. Creo que debe pensar lo mismo. Nos permitimos vivir sin molestarnos la una a la otra. Ella debe tener más amigas que yo. Y como yo, también debe pensar que el animal del otro lado del cristal es muy raro y diferente… Apenas nota mi presencia ya la veo escabullirse pared arriba hasta esconderse. Ha decidió vivir entre la madera y la piedra. …Hace unos días que vengo recibiendo palabras a las que no ando demasiado acostumbrada, no digo que por ello no las merezca. ( Ahora voy de chica dura, Oh Yeah!). Y no, no hablo de la lagartija que se ha colado entre la tela mosquitera y la ventana de mi baño y con la que comparto naturaleza abrupta y momentos de ducha… Me siento menos débil, aunque para ello deba vaciar toda la arena de mis relojes, y ponerla de por medio. Hay miradas pequeñas que luego toman el camino de palabras sabias. Así es ella. Es Anna. Una mujer a la que me ha costado pillarle el punto. Por otro lado anda Ricardo. Capaz de salvarme

Después de que todo ardiera, volvimos a pisotear las cenizas. Como perros hambrientos con la esperanza de que al girar cualquiera de las esquinas, encontraríamos algo con lo que disimular la piel que se clavaba en nuestros huesos. Vistiendo hocicos húmedos de desaliento, frio y hambre. Te pedí que me penetraras en aquel justo instante. Descalza. Y con los pies negros y aún calientes por los pequeños rescoldos de calor que humeantes, yacían bajo el manto gris en el que se habían convertido los olvidos más próximos y los anhelos más viejos. Sucia y enmarañada por la lluvia que caía fuera y que momentos antes nos hizo buscar un refugio de cenizas. Y es que para dar rienda suelta a la voracidad del cuerpo, cualquier colchón es válido. Incluso permanecer de pie. _Ardieron todas? _Eso espero. _Y ahora qué? _ Sigue aquí hasta que puedas preñarme de palabras y placeres nuevos… Y allí permanecimos. Al otro lado del cristal, hasta que vimos caer la noche. Para acto seguido

...Qué más dará? Si sólo es eso, muchos ya nos daremos con el canto en los dientes… ( El canto de qué?) Pillo el de la mesa que me queda cerca… ...Tengo unas cuantas palabras amontonadas en un rinconcito de todo el espacio que han ido ocupando hasta ahora. Hay montones varios. Unos yacen acomodados sobre algún colchón. Otros andan a la mesa, engordándose muy probablemente del azúcar engullido entre donuts y círculos rojos de bimbo… Los hay despistados. Algunos grupos más reducidos, los menos, miran por las grandes ventanas de madera blanca desde las que se observan segundos discontinuos de discontinuos tiempos. Algunas yacen estiradas sobre el verde y húmedo césped. Otras chapotean en la orilla del lago. (El que mejor se dibuje en tu lugar...) Te pasa como a mí, y sonríes al ver como otras yacen adormiladas bajo la gran sombra del sauce llorón? Hay alguna traviesa que juega al escondite entre los rosales… A algunas las he amontonado con la esperanza de poder desemp

Con este amargor tan extraño que se escurre entre el paladar y las entrañas… Así me dejáis ella y tú. Sobria de otras manos y otros ojos. Mientras sigue escurriéndose el tiempo. Y ni tú eres merecedor de ella, ni yo de ti. Bebiéndoos a pequeños sorbos por no saber… Como artífices mudos de palabras impronunciables y silencios rotos que cuelgan de zapatos sin suelas. Por caminos ya pactados y leídos. Caminando sobre ella y a tu lado. Sobre cimientos de palabras rotas, viejas, oxidadas, perdidas, olvidadas y amargas. Sobre verdes secos y tranquilas aguas. Así aprendí a escribiros a la vida y a tí. Ciao ;-P P.D: Sean Felices.

Caen lentas las vocales dentro de la habitación. Las consonantes no corren mejor suerte... Algunas resbalan por las paredes o sobre la pantalla del viejo televisor. Las más buscadas se suicidan desde las aspas del ventilador que se ata al techo silencioso como una araña… Las que yacen inertes mojándome los pies siguen la misma dirección, y se escabullen bajo la puerta… Negro tras las ventanas. No hay cicatrices de luz que puedan colarse por los agujeros que le hice a la pared… Tampoco sobre el cristal roto. Y tras éstos, sólo muros de negro hormigón... La música que sale por los altavoces de la radio lo hace sin aliento y apenas fuerza… La luz de la lamparita de la mesita parpadea empapada… Barajo la posibilidad de meterme en la cama, y pienso que aunque las sábanas estén aún secas, quedarme entre ellas no impedirá que acabe calada hasta los huesos… El polvo que lo cubriera todo tiempos antes, ha pasado a mejor vida, y decido abrirme una cerveza y comprobar la masacre e

No está siendo un buen día. Lo cierto es que no está siendo una buena semana, y ahora que echo la vista atrás, creo que ya llevo un par de semanas sin salir demasiado del bucle obligaciones, trabajo… Para colmo, he perdido el documento Word en el que escribía, tachaba, borraba, y finalmente guardaba todos mis textos. Por si esto fuera poco, encima he perdido algunas palabras… A pesar de todo… No me vengo abajo. Ya aparecerán las letras si quieren, y si no, volveré a escribirlas. Esta siendo una semana rara por motivos varios. Y anoche la escena que se repetía una y otra vez me acojonó pelín. La pregunta QUIÉN ERES no paraba de aparecer en la pantalla por más que desechara la idea de escribir un post con ese título… Hace unos días, una pequeña princesa de palabras dulces me otorgaba un “ premio” y me colapsé hasta el punto de dejar pasar unos días, y hacer ver que nada había ocurrido, para entrar una y otra vez en su espacio esperando que todo hubiera sido un sueño… Ayer t

Dime que te quedas. La tarde menos pensada. Tras alguna cerveza o alguna mañana. Dime que después de haberte ido, seguirás a mi lado. Aquí. A uno de los dos. Dime que la mañana menos pensada, al sol se le habrá olvidado salir. O lo mismo se le habrá hecho tarde. Dime que cualquiera de las noches la luz de la luna dejará de entrar por la ventana temprano… Dime que te quedas y tal vez deje entonces de sentir que no dejo de ser una niña en un cuerpo adulto, con miedos de niña y facciones de mujer sobria de lamentos bebidos a pequeños sorbos… Que quiere volver allí y olvidar el resto… Dime que el día menos pensado cierro los ojos y se me olvidan todas las palabras y la necesidad de cada una de ellas. Dime que te quedas para permanecer mudo el resto del tiempo… Y mientras, observas que los segundos que me dieras antes, se han clavado como alfileres en el cielo de mi boca. Dime que te quedas para ver cómo hundes tus manos sobre mi pecho y detienes el pulso… Dime que te que

O de por qué Natalie Portman levantaba el Óscar en la pasada gala… Si tuviera que quedarme con una, sin duda alguna sería Polina. Recuerdo mi primera clase. En aquel garaje que se había habilitado como sala de ballet. El frontal lleno de espejos y el resto de las paredes con las barras y espalderas que hacíamos servir para hacer los ejercicios. Algunos póster colgaban de las paredes, y veía en ellos a niñas con largos tutús y “ mallots” blancos… Sin saber demasiado bien por qué, o tal vez porque el dinero no alcanzaba, en aquella primera vestía uno de color lila que me habían prestado, e iba sin medias blancas porque para mis once años, y la largura de mis piernas, necesitaba una para novia, y eran demasiado caras. Las zapatillas de media punta, y lo poco que tardé en pedirle a mi profesora que me grabara en una cinta la música de cada ejercicio que repetía de memoria en casa mientras hacía las camas o fregaba el baño… Y el primer festival casi a escondidas de mi madre porque