MEDIA VIDA ENTERA...
[...] Mentí tan bien que llegué a escribirle no recuerdo la de veces... Sin darme apenas nada, respiraba… Todo era de papel. Y mentir resultaba fácil. Me hacía sentir vivo. Y poco importaba el resto... Solo necesitaba que entonces ella hiciera lo mismo. Me daba igual qué pudiera decirme. Sabía que mentiría solo para poder respirar. Que retirarle la palabra sería acercarme a la comisura de su boca y despojarla de alguna que otra palabra que se hubiera quedado allí. Atropellada, suicida y muda… Quería perderme en algunos de sus destinos. Ya fuera el de mi boca al contacto con su piel. El de mis ojos haciendo acallar cualquier carcajada. Tocando luego el silencio que se hubiera creado … Imaginando que llenaba su piel de mentiras y que de piel adentro, el regusto salado encontraba colchón donde cobijarse. O bien soplándole en la nariz cuando parte de su alma amenazaba con escaparse en alguno de sus estornudos… Hubiese puesto alamb