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Mostrando entradas de mayo, 2010

NO DEJARÉ DE HACERLO...

Sigo buscándote. En la misma plaza. En el mismo banco. Con los mismos viejos amigos. Con aquellas viejas gafas que te daban aire de intelectual. Cano. Como te conocí siempre. La única diferencia es que hoy las copas de los árboles estaban pobladas por hojas que la brisa mecía. Es la primera vez que los presentí vivos desde que partieras. Jaleos a lado y lado de la plaza. Niños que revolotean tras un trozo de cinta que uno de ellos sujeta en alto, mientras los demás lo siguen intentando alcanzarla. Los mismos de siempre. Y sin saber por qué, te busqué entre ellos. No faltabas una sola tarde. Y tal vez ese estúpido pensamiento, me devuelva al hombre. Tal vez la tarde menos pensada vuelva a verte. En ese banco que hoy restaba vacío porque no estabas tú. Hoy tu bisnieto probó por primera vez un helado de plátano. Hasta hoy todos los que pedía eran de chocolate. Recuerdo que el primer helado se lo pagaste tú. Como hacías conmigo cuando era niña, y a la salida del colegio me dabas algunos du

ME VISITARON ANOCHE...

Llevo esperando demasiado tiempo a las musas apropiadas. Esas que me hablen de ti. Esas que me susurren al oído las noches que me desvele entre el sueño y la vigilia. Las que conocen bien el valor de mis palabras. Las espero y las temo. Esta noche he decidido esperarlas despierta y librar junto a ellas la batalla perdida. No te creas que las espero sintiéndome valiente. Puede que esta noche me susurren todo lo que no deseo oír. Así, puede, tal vez, acabe comprendiéndolas. Balbuceo intentando que me den una noche más. Loca por no evitar que escriban sobre mi piel. Obstinada en hacerlas desaparecer a sabiendas que vendrán todas las otras noches. Tenía la sensación de que esa era la manera. Empezando el juego del olvido. Escondiendo las palabras en absurdos recreos que acabaron por volverte indeleble. Caminando al filo de la extenuación Huyendo del día para no enfrentarme a él. Oscureciendo las noches para no recordarte. Despistando al tiempo y la memoria. Enemistándome con la vida que co

LUNAS BAJO LAS QUE NO SIEMPRE HALLAR LUZ...

Empezaste a desconocer las palabras nada más comencé a escribirlas. Perdiste mi voz en el camino que tomaron de mi boca hasta llegar a ti. Cerraste la noche a las lunas que llevo observando tantos anocheceres después. Con anterioridad a la última tiniebla, brillaba espléndida. Envuelta en un haz de luz que la bañaba haciéndola parecer mayor. Y seguí buscándote en ella. Acurrucada una vez más. Tomé todas tus palabras, y partí hacia ella. Con la intención de entregártelas para hacerlas de nuevo mías. Y sentí miedo al no encontrarte sentado en nuestro banco de fina arena blanca. Ese desde el que contemplamos los pequeños fuegos que guardan todos y cada uno de los hombres que pueblan la tierra. Quedé inmóvil esperando un susurro a mis espaldas. Y no llegó. Tomé el camino de vuelta. Sola. Con las manos llenas de palabras. Con los ojos anegados de la soledad que anoche encontré en la cara opuesta de mi luna. Sabiéndote perdido entre mares de nubes que tal vez te atraparon para no dejarte vol

DE CÓMO PARA VOLAR NO SE NECESITA MÁS QUE UN CIELO...

...Tomo el tren. Reconozco que sigo siendo una Heidi que le teme demasiado a la vorágine de la gran ciudad. Me convenzo, y pienso que tal vez así intentas que me desquite de una vez por todas y acabe dejando el miedo en uno de esos vagones. Durante el trayecto observo la individualidad de cuantos ocupan los asientos, y siento que si dejo de temer, tal vez el resto se olvide de mi. Me sumerjo en la lectura y levanto de vez en cuando la vista para observar los árboles que pasan presurosos… La gente en los andenes… Es sorprendente percatarse. Hoy dejé de temerle a perderme en los laberintos subterráneos y me sorprendí perdiéndole el miedo a volar sobre dos ruedas. Horas más tarde, tras haber hablado del color azul, de la dirección que toma la caña al girar, tras haber imaginado piedras que se mueven en la noche, tras comer y pasear entre montañas de arenas, gaviotas y un mar que parece haberse engullido los espacios que los bañistas se niegan a abandonar, de nuevo siento el aire

JUEGAS?

Estirados sobre la cama. Exhaustos. Aún sudorosos. Apenas nuestras manos se encuentran ahora. Cuando momentos antes nos confundíamos con la piel del otro. Por aquel entonces íbamos de la mano de la inocencia y el pecado. Conocedores de los actos de la irracionalidad del deseo. Nos encontramos intentando llenar de aire nuestros cuerpos que yacen agonizantes ante el placer de lo recóndito… Hago bailar mi cuerpo hasta situarme a tu lado. Mi cabeza apoyada sobre mi mano. Sigues con los ojos cerrados y acaricio tu pelo. Abres las puertas a tu mundo una vez entiendes que reclamo tu atención y me miras. _Por qué tus ojos danzan traviesos? Te respondo apretando mis labios y encogiendo mis hombros. Me muerdo el labio inferior. Ese gesto me basta para que te incorpores y tomes mi misma postura. Una vez encarados, me pides que te cuente qué pasa por mi mente mientras con tu mano acaricias mi cintura. Te apetece jugar? Frunces el ceño. Entiendo que no puedo pedirte demasiado. Sonrío y te explico

QUÉ HARÁS?...

Indómitos. De ahí el riesgo. No puedes plantearte que pase de soslayo por tu mente antes de dirigirla a tu corazón. Correrá desbocada por tus venas y llegará sin darte tiempo siquiera a reaccionar. Qué harás entonces? Evitarla? Negarla? Y cuando te golpee? Y cuando evoque en solo un segundo toda una vida? Qué harás entonces? Te dejarás arrastrar o seguirás sintiendo miedo? Y después? Tras haberlos conocido serás capaz de vivir sólo del recuerdo que te dejaron? Pensarás que tu vida estuvo inmóvil hasta ese momento? Seguirás quieto o saldrás a buscarla? Vivirás entonces con el indómito miedo? Qué harás cuando tu corazón lleve demasiado tiempo sin palpitar? Qué harás cuando no lo escuches latir? Vivirás sabiendo que fuiste partícipe de su lucha por la vida? Y cuando lo sientas latir sin fuerza porque pierde la esperanza? Qué harás entonces? Lo dejarás morir? Te dejarás morir? O habrás empezado a hacerlo en el mismo instante en que le prohibiste latir como nunca antes por mantenerte vivo?

ÁNDENSE CON OJO...

Hay días raros. Días vacíos. Días completos de locura. Días risueños y días que desearías olvidar en una de las cajas que ya todos conocéis, nada más acaba. El de hoy fue divertido por situaciones varias y encadenadas que consiguieron que a media tarde y camino de vuelta a casa, sola y en el coche, me tronchara de risa hasta el punto de llorar… Todo empezaba a media tarde, cuando estando sentada en el suelo del baño ( obviaré los motivos que me llevaron a situarme allí habiendo cómodos sofás), suena el timbre y en el momento en que intento levantarme del suelo, ese amigo que todos conocemos y que tan bien guarda nuestros rollos de papel higiénico, se vuelve un arma en el instante en que presurosa intento llegar a la puerta. Sí. Me golpeo con el portarollos del papel higiénico en la sien. Miro por la mirilla y desconozco a quien se encuentra al otro lado de la puerta. Al abrir mi cara debe delatar todavía el dolor porque lo primero que intenta decirme la chica, queda sólo en unas palab

LLEGASTE POR CASUALIDAD...

Callar. Para evitar el daño. Y así volver a sentir la vergüenza. Y si no oyes las palabras no entiendes. Y has llegado a ellas por casualidad. Intentando como el resto arreglar sólo la piel. Y tus ojos se han inundado del entendimiento que me lleva a dejarme morir poco a poco. Me has pedido que mis ojos no muestren odio. Y he rogado no sentirlo. Pero tus súplicas llegan tarde. Lo entiendes. Y entiendes que sea como soy. Sólo ahora que por casualidad llegaste a ellas… Ahora lo entiendes todo. Entiendes que deba ahogar el asco que asciende de mis entrañas para inundar mi boca. Entiendes que haya aprendido a inundar de ese asco mis ojos. Y dejas de intentar implorarme que olvide el odio. Quema. Y no encuentro el tiempo. No quiero encontrarlo para no tener que aprender a vivir de otra manera. Puede que viviendo así deba seguir ahogando el asco a diario. Tal vez no tenga otra manera de hacerlo que esta. Me puede. Lo sabes. Ahora entiendes. Ahora que por casualidad llegaste a ellas. Te pido