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Mostrando entradas de noviembre, 2016

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Antes me parecía curioso, ahora me resulta algo repulsivo saber que todos, todos, guardan dentro esa parte de la niñez a la que uno vuelve cuando lo tiene todo perdido. Volvemos al buen recaudo, a la desconexión del mundo, mientras abrazando las rodillas, tratamos de hacernos pequeños para que el dolor disminuya. A la voz la ahoga por completo el miedo. Debe ser algo así como un globo que se llena de ella, de la voz, y no la deja escapar en forma solida cuerda vocal arriba. Creo haber observado que algunos son conscientes de ello, y notan ese plástico golpear una y otra vez contra todo lo que encuentra en su camino de huída. No creo que sea tan necesario ese grito para calmar nada en absoluto, así que me alegro de que a muchos se les ahogue dentro. Ando seguro de que las preguntas más estúpidas vendrían para no ser contestadas. La sangre puede tomar su forma, y es cierto que a veces, mientras observo parapetado en el silencio de todo el ruido que hay fue

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La vida no nos esconde lo suficiente. Algunos se molestan en escondernos. Nunca es suficiente. No solo el paso del tiempo nos descubre que no hay dulzura, además nos desenmascara del engaño. Cuando nos tiene sin armas. Sin saber qué aleación es la correcta para poder tragar aun con desagrado esta nueva realidad. Sin fórmula química alguna que facilite el cambio. Solo hay que mirar fotos viejas para percatarse de ello. Y tiempo después, tras no haber podido escapar, ya has olvidado por completo que hubo algo antes del dolor. Tus manos vacías de antes y ahora vuelven a rescatarte. Siempre vuelven a recordarte,   en silencio y a escondidas, como se nos rescata muy de vez en cuando, cuando algo no va bien, y lo más sensato es refugiarse en esa segunda conciencia de la que todos hacemos uso. Esa que duerme en una habitación blanca a veces solo recorrida por el malva, el salmón o el verde hoja. De nuevo aire, del que viene de dentro para rodearte por completo. Ese que desv

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Tarde o temprano siempre aparece algún demonio que nos devuelve a todo eso que es tan real y de lo que tratamos de escapar desesperadamente. Demonios que vienen del silencio, del ruido, y de la locura que acecha tras cada segundo después de cualquier golpe seco. He necesitado habitar a solas durante algunas noches, deambulando entre la gente, para que el asco propio no me recordara la putrefacción que ya no se esconde solo bajo las alcantarillas. He necesitado apartarme de esa perfección ficticia y asesina que se disfraza de miseria, oculta dentro y tan arraigada de costumbres, que como con el paso de la aguja de un reloj sobre la otra, vuelve caduco a los hombres antes de ser. A todos. Algunos desalmados se abren paso entre el menor de los cinismos solo para recordarte en qué momento y bajo amenaza de locura te hicieron suyo. He descubierto que ella lo llama dejadez, olvido, y en ocasiones hasta se atreve a hablar de amor propio… Por sentir, cómo venía a desordenarlo tod