TESOROS...
La encontró entre matorrales, hojas secas y el verde que poblaba las copas de aquel espeso enjambre de árboles y bajas hiervas… Vestía apenas harapos y sus pies y su cara¸ estaban marcados por el paso del tiempo, la suciedad, y el hambre… Allí la encontró. La observó a lo largo del espacio de tiempo en el que el sol recorrió medio cielo. Cuando la niña se percató de su presencia, quedó inmóvil. Observando a aquel extraño que no parecía mucho mayor que ella. Y cuando finalmente ella le sonrió, el chiquillo se acercó a escaso un metro de donde ella se encontraba. Lo asió de la mano, y lo acercó hasta un viejo árbol, grande y robusto que guardaba en su base, bajo un pequeño manto de enredaderas, una vieja caja de latón carcomida por el óxido en la que apenas se reconocían los dibujos o las letras que la adornasen antaño. Cuando estuvo segura de que el niño la miraba, la abrió y le enseñó una a una, todas las piedras, las hojas secas y los restos de pequeñas mariposas que había enc