EL LABERINTO DE LAS GOLONDRINAS ( V )
Anduve envuelto y cobijado de ellos, con sólo el sonido del viento colándose entre sus ramas, moviendo sus copas y levantando del suelo algunas pequeñas hojas. Entre lagartijas y gusanos de tierra llegué a lo que creía la linde de la casa, y algo me llamó la atención. La valla que la conformaba, era en la totalidad de la vuelta de aquella enorme casa, de ciprés, y justo en aquel lugar, otro tipo de arbusto me cerraba el paso. Las hojas que habían caído al suelo, marchitas, eran de color rojizo. Me mantuve allí, a dos metros hasta que decidí caminar a lo largo de aquella alta pared. La vegetación era tan tupida que apenas podía ver a través de ella, por lo que me pareció que podría caminar intentando recorrerla durante horas para confirmar únicamente que allí, habían decidido poner aquello sin más. Oí la puerta de la entrada, y el chirriar de las enormes y oxidadas bisagras me sacaron del letargo vegetativo en el que me encontraba. La idea de que no