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Mostrando entradas de octubre, 2015

EL LABERINTO DE LAS GOLONDRINAS ( V )

Anduve envuelto y cobijado de ellos, con sólo el sonido del viento colándose entre sus ramas, moviendo sus copas y levantando del suelo algunas pequeñas hojas. Entre lagartijas y gusanos de tierra llegué a lo que creía la linde de la casa, y algo me llamó la atención. La valla que la conformaba, era en la totalidad de la vuelta de aquella enorme casa, de ciprés, y justo en aquel lugar, otro tipo de arbusto me cerraba el paso. Las hojas que habían caído al suelo, marchitas, eran de color rojizo. Me mantuve allí, a dos metros hasta que decidí caminar a lo largo de aquella alta pared. La vegetación era tan tupida que apenas podía ver a través de ella, por lo que me pareció que podría caminar intentando recorrerla durante horas para confirmar únicamente que allí, habían decidido poner aquello sin más. Oí la puerta de la entrada, y el chirriar de las enormes y oxidadas bisagras me sacaron del letargo vegetativo en el que me encontraba. La idea de que no

EL LABERINTO DE LAS GOLONDRINAS... ( IV )

...Los fogones negros con las ollas   en las que se reflejaban las impolutas paredes, se situaban al lado de una ventana de madera, del mismo color que el resto de muebles que salpicaban aquella cocina.   Del techo una gran campana construida de obra, hacía el trabajo de salidero de humos a la vez que le daba un aire más rústico si cabía. Colgaban en los laterales grandes paellas y cazos de cobre que brillaban de la misma manera que las paredes. Parecía todo nuevo. En una de las paredes una gran puerta de hierro negra. Suponía que sería el horno donde cocer el pan, y no me acerqué por miedo a que alguno de aquellos cazos cayera al suelo haciendo el ruido del que mi madre me había advertido momentos antes. Me acerqué a la ventana, pero apenas podía ver el cielo azul.   Acerqué una de las sillas en las que habíamos estado hablando mamá y yo y logré subirme, no sin dificultades, a aquella alta encimera. El azul del cielo empezó a menguar dando lugar a

EL LABERINTO DE LAS GOLONDRINAS ( III )

... La mañana debía despuntar hacía rato. El sol estaba alto, y oía el trinar de algunos de los pájaros que en grupo se preparaban para abandonar aquellas tierras en busca de otras más cálidas, y se acercaban a los comederos que habían dispuestos a lo largo y ancho del jardín, y que aquella misma   tarde descubriría. Me asomé a la ventana. El día era radiante. No caí en la cuenta de que estaba en pijama, en una habitación que no conocía, y sin saber de qué manera había llegado allí. Encontré la ropa dispuesta sobre una de las sillas que estaban situadas al lado del escritorio. Era nueva. Miré a mi alrededor intentando ubicarme. Intentando encontrar algo que me resultara familiar. Al no encontrarlo me vestí con premura, sin dejar de esperar que el reflejo del espejo ovalado situado encima de una vieja cómoda, me devolviera mi imagen. Junto a él y al lado de una palangana de latón, una jarra llena de agua con la que me aseé e intenté mantener a raya aq

Y TÚ, CONOCES A LEO?

El sábado fui a devolver la funda de guitarra que nos sobraba y a buscar algunas otras cosas que nos faltaban Descubrí “ El diario de Leo” cuando le advertí a la chica que me atendía en el "fnac" que el libro de guitarra que buscaba era para un niño autista. Que no necesitaba que me viniera la historia completa del instrumento, ni los tipos que las tocan. Su cara cambia al momento y me indica que la siga si quiero ojear el libro. _Me parece muy interesante y quizá pueda ayudarte. Y Lo cierto es que lo hace. Lo ojeo allí y sigo haciéndolo de vuelta en el coche. Y es que necesito que entienda que es algo normal dentro de nuestra vida, y que es normal que él se haga preguntas cuando se las hacen otros.   ... _Por qué nadas solo con un monitor? Peque no responde. _Te lo pregunto porque solo hay dos niños que nadan solos con el monitor. O eres muy, muy, muy, muy bueno nadando y quieres hacer carreras, o es que eres un poco retrasado

EL LABERINTO DE LAS GOLONDRINAS ( II )

"A veces, los seres más pequeños llegan a realizar los mayores esfuerzos sin que ellos lo sepan siquiera. Necesidad de ser y estar, de mantenerse vivo, de amoldarse, de dejarse llevar en el marco de las vidas que por suerte nos toca correr, sin que hayamos podido elegir si formar o no parte de ellas, y siendo los actores o las actrices principales solo si queremos vivirla. Cuántas veces una sola estación no nos habrá llevado con solo un billete de ida, hacia adelante, sin permiso. A algunas golondrinas en solo una estación se les roba algunas condiciones, a otras los juegos y los cantos, a las más viejas la esperanza, a las más débiles el aliento, a las más arrogantes, toda una vida, a las más valientes, el norte, y a las más llorosas, el dolor… Distancias abismales que recorremos emigrando para no volver ya nunca, o para hacerlo solo cuando comprendemos el paisaje de cada una de aquellas fotografías, aquellos momentos, y aquel tiempo..."   ...Advertí en