A ESTAS ALTURAS Y DESCONOCIENDO EL JUEGO...
Encuentro en el segundo cajón, bajo el de los calcetines, una sonrisa que colocarme en la boca y me dirijo a despertar a mi hijo. Estas últimas mañanas los movimientos son mecánicos. Me dirijo como una autómata al colegio. Luego al trabajo. Al colegio de nuevo y después de nuevo a casa. Entre los zumos y las galletas encuentro otra… (No son del todo buenas y a media mañana rodó mejilla abajo alguna que otra despistada aunque intenté mantenerlas dentro). …Y vuelvo a colocármela a sabiendas que el cambio de horario favorece el sueño. O al menos al intento… No sé si es el miedo el que me empuja a no saber. O es lo ya sabido lo que me niega al abismo de un silencio que preferiría perpetuo. El sol no calienta y parece que dentro de casa hace más frío que fuera. Los cristales amanecen empañados y convierten el poco calor que aun nos queda en gotas que surcan de arriba a abajo los espejos y las paredes. A estas alturas ya sabrás que hemos de