DE ARQUITECTURAS JODIDAMENTE IMPERFECTAS...
De la arquitectura líquida a la honestidad del material va
toda la piel que la cubre por completo, asumiendo su función unos días mejor
que otros.
No hay vacíos apropiables hasta que, de pronto y sin venir a
cuento, te regala la esquina inferior del tercero de los cajones, el que guarda
sólo para sus lápices…
No puedo decirte que todo dentro esté urbanizado de manera
táctica, o que sus paisajes tejidos den certeza, con solo observarlos, de la
geometría orgánica que acogen todas y cada una de sus curvas, pero puedo asegurarte que es
jodidamente placentero recorrerlas en silencio.
Sus espacios van a contraerse y a extenderse llevándote
hacia las cuerdas y arrinconándote las noches que a la cama le falten grados
desde la perpendicular de su ombligo.
No existe dualidad más transparente, y la muestra en espacios
tan reducidos, que consigue agrandarlos y llenarlos de luz solo con arquear la
comisura derecha de su boca.
Se viste de secuencias arrítmicas, tanto, que perderle solo
un compás es echar abajo ese castillo de naipes imaginario sobre el que lo
sostiene todo, y entonces estarás fuera de cualquiera de los trazos hasta que
por obra de media circunferencia dé de nuevo contigo.
No hay lugar concreto, es solo atmósfera que te invita a
cruzar el umbral o por el contrario te mantiene al otro lado de la delgada
línea tras la que se esconde.
Su arquitectura no crea vínculos hasta haberse cerciorado de
que la mano que proyecte el nuevo edificio lo haga respetando los planos del
anterior.
Resulta tan complicado llenar de solsticios nuevos sus
vitrales que optarás porque solo sea la luz la que te muestre el momento exacto
en el que colocar todos los colores entre sus manos.
De la historia de su edificio da cuenta el rosetón que tiene bajo el pecho.
Y todas y cada una de sus piedras, sin excepción, y Bach, no te atrevas a
olvidarte de Bach…
No va a resultarte fácil lidiarle a las líneas que por
moverse lo harán de un día para otro, o constantemente, y sin previo aviso.
No te centres en los espacios que va a ir restándote, y
trata de encontrar los nuevos, lo mismo en la otra esquina del salón o en el
primer estante del armario de la cocina.
Las escaleras no correrán mejor suerte. Búscalas. Siempre
hay alguna tras alguna falsa pared…de los oscuros para dar profundidad aprenderás a diferenciar las escalas...
De su arquitectura líquida, ríos en constante movimiento…
algún que otro faro para que en plena noche y cuando no puedas distinguir el
trazo, sepas llegar a su pecho… y todo y así, en constante cambio, verla
reconstruirse y hacerse de nuevo una y otra vez…y no, no vaya a ocurrírsete
desplazar uno solo de sus muros. Si llegas con la intención de tirarlos abajo,
quédate para levantarle nuevos. De su arquitectura líquida a la honestidad del
material va solo la piel que la cubre por completo, asumiendo su función unos
días mejor que otros…
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