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Mostrando entradas de marzo, 2012

EN EL PATIO DEL COLEGIO...

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...O yo soy muy impaciente, o las palabras llegan tarde, o hay quien piensa todavía ( a estas alturas largas de la vida) que siempre hay un motivo para pensar si se ha actuado bien o no, mientras se toman algunas decisiones en esta vida (que está chupada)… No ando para estudios ni estadísticas. Será porque básicamente no creo en ellas. De hecho, ando preguntándome qué narices es una estadística. Debe ser por eso de que a mi edad ( alta y larga ya) aun nadie me ha parado por la calle para hacerme encuestas de nada…Semo probre hasta pa eso... Pero, como una es tan rarita, vamos a echar la vista atrás, el recuerdo también, y te pido que te sitúes ( si te apetece y te viene en gana) en el patio del cole. ... Hiciste alguna vez colección de cromos? Yo recuerdo haber hecho de Candy Candy… Y ahora que lo pienso, soy ya adulta para decir lo que voy a decir: Hay que ser muy cabrón para cargarse al protagonista ( Anthony). Dejar compuesta a la prota, y llorando a la mitad de las niña

CRISTALES QUE SE ESTRELLAN...

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Me aposto en la ventana nada más empieza a llover, con una taza de café en la mano. La abro y es poco el tiempo que puedo mantenerla así. El viento empuja el agua contra la ventana, y me decido a observarla levantando por completo la cortina. No tarda en tornar granizo, y el golpeteo se vuelve cada vez más rítmico… Apenas unas horas antes. No. No vengo a hablarte de vasos medio vacios o medio llenos. No vengo a hablarte de puntos de vista. Ni tan siquiera vengo a hablarte de actitudes, aunque estas últimas tengan mucho que ver en el trasfondo de las palabras envenenadas de hoy. Vengo a hablarte de cristales rotos. Ya sabes… …No sé si fue casualidad. Tal vez entendiera que cualquier otro tipo podía denotar demasía en un sentimiento de cristal roto. Y decidiendo sin decidir, se decantó por liliums… Una bonita docena de orientales. La mitad blancos, la otra con el corazón fucsia… De manera casi que mecánica la boca del estómago me sube hasta las sienes en cuanto aparco

UNA VEZ ABRIÓ LA PUERTA...

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Una vez abrió la puerta, contempló como apenas unos pocos clientes discurrían en la barra. No acertó a oírlos y se dispuso en la mesa de siempre. Acomodado en aquel lujoso escabel tapizado en blanco, a juego con la decoración de las paredes y las mesas. Unas mesas más allá un par de hombres de negocios parecían calcular las pérdidas de proyectos varios, que los habían hecho envejecer en el último semestre, más que los últimos diez años. Tras la fugaz visita del camarero experimentado que reconoció en él al hombre que deseaba sentirse solo esa tarde, se dispuso a otear tras las ventanas. Apenas reconoció la copa de vino blanco como suya. La observó mudo. Depositada sobre una servilleta roja. Tan sola en aquel espacio límpido, que por un momento llegó a plantearse si no era demasiado arriesgado pensar en una copa inanimada como única compañía. La tarde tras los cristales parecía entender de la misma manera en que lo hiciera segundos antes el servicial camarero, y como é