EL DOLOR DE LO EQUÍVOCO ( 1995)

Se equivocan entrelazadas la sinrazón,el pudor,la abnegación de los hombres, y la de las mujeres que sólo acatan por temor...

Perdí el norte y el paso del tiempo que en aquellas horas se hicieron eternas, confusas...

Permití esta vez, no sólo a mi cuerpo, y ese fue mi gran error, permitir...

Sólo me permití mirar la piel, desconocedora de que ya mi alma había desnudado por completo aquel cuerpo...

Conocía el pensamiento, y no supe parar lo que tornaría en asco hacia las manos, la respiración y el sudor...

Fue la primera vez que sentí tanta desgana y rechazo, que a día de hoy lucho para no volverme loca, rozar siquiera la locura y evitar así llegar a secar otro trozo de mi corazón...

Fue un baile de cuerpos que se dirigían al precipicio de la soledad sin pensarlo siquiera ni poder imaginarlo...

Se tornaron negros los ojos, fría la boca, y helada la piel...

Los roces que se proporcionaban sin saber siquiera donde dirigir sus manos, acababan arañando sin saberlo, no solo la tez, sinó tambien el alma...

Quedaron tristes las palabras pronunciadas luego, porque sabíamos que algo dentro se había roto...

Nadie recogió aquellos trozos rotos esperando tal vez que el tiempo volviera a darle forma a nuestra confianza...

Nunca nadie, jamás, podría volver a darle forma...

No debimos permitir, y no sólo lo hicimos, sinó que además consentimos...

Mentimos a nuestros cuerpos hiriendo de muerte a nuestros sentidos...

Ahogamos los gritos del llanto que desde entonces se esconde en nuestros pechos...

Es ya imposible conciliar el sueño...

Somos hoy, sólo reflejos rotos...