SOBREVIVIR...

O al menos era ese el tema que enmarcaba este blog.
Evidentemente era una rara metáfora que no todos han captado…
Cómo descubrir que no eres Heidi…
Sea como sea, en mi caso, cada día acabado, es una guerra vencida.
Ya no hablo de resistir ante la imagen que te muestra el espejo de buena mañana.
No hablo de despertar sola.
No hablo de llegar a fin de mes.
De encontrar más o menos celulitis en mi culo.
De haber bajado alarmantemente de peso. De nuevo.
No hablo de las nuevas reglas matemáticas que invento a diario para poder llenar la nevera.
No hablo de haberme perdido el culebrón Esteban. ( Me alegro de que la TDT llegara tarde).
Ni te hablo de lo duro que es criar a un hijo sola.
Apenas sé de qué puedo hablarte.
Sólo siento que estoy en lucha continua.
Intento hablarte de la rabia que hasta ahora he logrado acallar y que hoy resulta imposible mantener dentro.
He intentado saciar los deseos de los otros.
De eso tal vez te hable.
Porque siento que sobrevivir al silencio sea lo más duro.
Porque sobrevivir al cinismo me calma.
Al menos conozco tus formas.
Entiendo que quien calla otorga.
Y me envuelvo de la rabia de la que he sabido salvaguardarme para dar con tu movimiento.
Empecé mal la semana.
Tal vez porque las palabras tras el silencio no son las adecuadas y siento que vuelven a jugar conmigo.
De nada vale que tires la piedra si eres incapaz de observar las ondas que dibuja en el agua del otro.
De nada me valen tus palabras disfrazadas.
Ya de nada valen.
Vivir, o sobrevivir.
Sea como sea, siempre hay alguien que se cree con derecho a herirte y a no admitir luego las palabras.
Silencio de nuevo.
Nada que desmentir.
Nada por lo que merezca la pena una sola palabra.
A eso me dispongo a sobrevivirle a diario.
Qué esperabas?
No andas equivocado.
Sentí demasiado frío mientras intentaba adivinar el mapa de tu indiferencia.
Ahora.
Demasiado tarde .
Pero entiendo que los remiendos que tratas de darle a mi recuerdo no son los que necesito.
Sobrevivir a eso.
A tu bipolaridad.
Al ahora sí.
Pero no a dentro de una infinita eternidad.
No lo entiendo.
Y trato de sobrevivirle a tu muda boca.
El insomnio ha vuelto a hacer acto de presencia.
Esta vez no es diferente a las demás.
Me vence el sueño.
A eso también debo sobrevivirle…
Qué más da…
Sea lo que sea me mantiene en lucha…
Intentando sobrevivirle también a la locura del silencio.
Así no llegaré a un buen final.
Trato de sobrevivirle a eso también.
Dejas la herida abierta cuando sabes de sobras que tal vez no tenga fuerzas para continuar esa lucha.
Trato de sobrevivirte.
Y me mata el silencio.
A ti el dolor de mis palabras.
Y te niegas a ponerle un punto y final.
Sigues retándome cuando has despojado de fichas el tablero.
Y espero mientras cuento una y otra vez cuantas piezas blancas y negras andan desparramadas en el suelo.
Ante tu indiferencia, tu silencio y tu cinismo.
Peones se mezclan con reyes, alfiles y torres…
A eso trato de sobrevivirle.
Mientras sigo dándote lo que necesitas.
Y sigues negándome y empujándome al vacío.
Contéstame sólo a esto…
Cuándo perdiste el alma?

Comentarios

  1. Pues que me ha encantado!!!
    No pierdas la tuya en él.
    Sobrevivir no puede ser tan malo si lo conseguimos.

    Bsos.

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  2. Te leo desde México, a aproximadamente unos 9,927 kms. de distancia entre Guadalajara, México y Barcelona, te leo y me gusta, siempre lo que leo. Esta entrada me parece sobrecogedora, tan cargaditas de verdades... Muchas de ellas podrían ser tb mías, no haría falta que te las "piedera prestadas", pues a mí tb me ha pasado muchas de las cosas que aquí plasmas, dulce Heidi.

    En serio que a mi vuelta deberíamos quedar a toamr un cocktail mientras observamos BCN a nuestra merced y rozamos el cielo con nuestros delgados dedos.

    Gràcies per aquestes confesions tan "a boca y jarro", Heidi,

    Amber

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