LUCES DE NEÓN CADUCAS...
...Lleva
algunos días pensando.
Algunas
noches sin apenas pegar ojo.
Se quedó
allí la última vez, en aquel rincón, encogida y cubriéndose como buenamente
pudo, de manera que fue incapaz de ver de dónde provenían los golpes, o
imaginar siquiera de qué parte de su cuerpo provenía la rabia, aunque
desconociéndolo como había aprendido los últimos años, imaginaba al monstruo en
la boca de su estómago, con grandes tentáculos que se deslizaban a lo largo de
su cuerpo hasta llegar a las yemas de sus dedos, sus codos, las suelas de sus
zapatos o la hebilla del cinturón que le regalara su hijo en el último
cumpleaños.
Ya entonces
supo que aquel era el arma perfecta.
...Ha salido
tarde de trabajar, la reunión con las compañeras y el encargado del súper no ha
logrado arrancarle una palabra.
Esta misma
mañana y tras despertar en el suelo sobre un charco de sangre ya seca, ha
llenado el cubo con agua y ha pasado el mocho por todo el piso
esparciendo la mancha oscura ya oxidada. Ha tomado una ducha y tras abrir el
neceser donde guarda las pinturas, se ha decidido a meterlo en la bolsa de
basura que debía bajar.
Si hasta
ahora había ocultado los moratones, los arañazos y los golpes bajo pañuelos,
camisas abotonadas y una base un tono
más oscuro que el de su piel, hoy ha decidido que las marcas cicatrizan al
aire. Y que los silencios hablan por sí solos …
…Pasan de
las diez de la noche cuando se despide de la última de las compañeras que se
ofrece a acompañarla a la comisaría más cercana.
_Mañana. Te
prometo que de mañana no pasa.
_Estás
segura? Puedes venir a dormir a casa.
_Vete
tranquila. Hablamos mañana.
Camina
decidida para llegar a tiempo a la última sesión del cine.
Hace semanas
que quiere ir a ver una película que han repuesto ya en un par de ocasiones.
A la tercera
va la vencida. De hoy no pasa.
...Se acomoda
en el asiento y espera.
Apenas una
docena de ellos están ocupados.
Cuando las
luces se apagan un hombre se sienta a su lado.
No habla.
Solo la mira. Y en un ademán de valentía camuflada en lástima, roza su mejilla
con el reverso de sus dedos.
Está
tranquila. Se siente pequeña pero tranquila. Ya no hay miedo en sus ojos, solo
el dolor que le describe a cualquiera de qué está hecha…
El actor
parece el tipo de hombre frío, capaz de cometer cualquier locura por mantenerse
a salvo.
Incluso
capaz de vender su alma.
La actriz,
el tipo de mujer que hubiera querido ser. Elegante. Amada. Respetada...
Momentos
antes de que las luces se enciendan, el acompañante se despide con un beso en
sus labios partidos y un asentimiento que resulta correspondido.
Al salir
observa que su bolso pesa más que cuando entró en aquel cine, donde las caducas
luces de neón de la entrada parecen haber ido perdiendo brillo.
...Más tarde el
recibidor oscuro. El espejo. El silencio…Como tantas otras noches. Cuando al
entrar en su piso el aliento se le vuelve agrio, el corazón deja de latirle y el
tiempo pende del techo en forma de segunderos de hielo…
Esa noche dormitar en el sofá ya no le da
miedo.
No teme
escuchar la llave en la cerradura. Ni el portazo que precede al grito.
Ni sus ojos.
Ni su aliento.
Ya no siente
lástima al verlo tambalearse.
No se queda
inmóvil cuando se le acerca.
Ni cierra
sus ojos ahogando el llanto cuando la bestia le abre la camisa haciendo saltar
sus botones.
Espera.
Tranquila, a tenerlo entre sus senos, y una vez allí, coloca bajo su mentón la
boca del arma y dispara.
Lo oye caer.
Se aleja intentando no pisotearlo. Toma de nuevo el bolso y cierra con llave.
Al llegar a
la comisaría el mismo hombre que la acompañara en el cine, asiente...
...Ella lo corresponde...
Cuídense.
Ciao.
;-P
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