DE BARROTES HACIA DENTRO...




...Otra mañana de domingo en la que le toca trabajar...

Cuando despertó aun no había amanecido.

Observó a su gata dormir sobre los pies de su cama y tomó una ducha que la sacara del ensimismamiento en que se había sumido esa noche.

Llevaba algunas notando el desorden mental que le provocaba la distancia.

En ocasiones obligada, en otras buscada, en algunas mal interpretada y finalmente y la mayor parte de veces, confundida por haber tenido la necesidad de buscar un oasis al que aferrarse siendo la única que transitara por desierto alguno.

...Por más que se hubiera desmaquillado la noche de antes, el llanto que la despertó y que se negó a ahogar hizo aflorar los restos del rímel mal desterrados que le hundían la mirada.

Algo de base mal repartida y el anti ojeras. La fina línea negra sobre las pestañas superiores, los tejanos y el bolso.

Tan insegura como las últimas mañanas tomó el ascensor que la llevaría al garaje.

Una vez dentro del coche, el mismo cd. Las mismas ganas de llamarlo y el mismo miedo a que la respuesta sin tener un trasfondo dañino, la hiciera sumirse durante sus siete horas laborales en una de esas mañanas que preceden a una tarde apenas sin comida, dejada caer sobre el sofá hasta que el cansancio la hiciera meterse en la cama para intentar dormir en un intento vano de olvidar, dejar de pensar o evitar sentir dolor en la misma parte de la piel. Cuello abajo, entre un pecho y el otro.

Una vez llegó a casa, abrió las ventanas esperando que las mariposas que aun sentía, salieran fuera y dejaran de revolotearle entrañas adentro.

Si había sido capaz de dejarlas ir tiempo antes, no merecía la pena seguir haciendo presas a las suyas entre los barrotes de las noches que había dormida sola. A su lado, o sin él.

Esperando una palabra. Solo por seguir manteniendo húmedos los abrevaderos que había inventado para él…

Si algo había entendido de barrotes hacia dentro, era que ya no sentía miedo. Que había transformado cuanto necesitó por seguir a su lado. Y que uno no es sin otro, si no es para ella misma, de la forma que sea, en el pedacito de cielo que ella busca para uso disfrute de quienes necesiten beber. Tenga ella o no tenga sed…
El teléfono suena. Mira la pantalla. Y vuelve a dejarlo sobre la mesita de noche...

A T.

Sé feliz!

Cuídense.

Ciao.

;-P

Comentarios

  1. Me he quedado muda.
    Con un nudo en la garganta y unas lagrimitas queriendo asomar.
    Gracias preciosa.

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  2. Ya es hora de que esas mariposas estomacales cogan el rumbo definitivo, el olvido. Es la única manera de volver a flotar en otros mares.
    Saludoss!!

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  3. Si lo mejor, o peor, es que esas mariposas tienen rumbo; hasta que las descolocan...
    No se si ellas saben donde van, yo no tengo ni idea...

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