...QUE NO HAY QUIEN AVISA. ACABAR MAL EL AÑO SOLO PUEDE DEPARAR PROBLEMAS. EMPEZARLO PEOR DE LO QUE ACABÓ SOLO PUEDE AUGURAR UN FUTURO INCIERTO Y PELÍN CABRONCETE...(XXIX)
...
El día en el trabajo es agotador porque a media mañana
el compañero que sabe llevar el toro se ha ido a casa tras saltar del mismo y
hacerse un esguince en el pie. Me toca descargar el camión del mediodía,
reponer y luego volver al almacén donde espera otro tráiler…Lo de hoy es de
locos. Parece que se acabe el mundo en vez del año. Apenas he tenido tiempo de
descansar para llamar a Clara y preguntarle cómo va todo.
A las nueve y media de la noche cojo el coche y
a medio camino de vuelta a casa cambio de dirección para ir a la de Clara.
Estoy agotada. Ya ni pensar puedo. Y puede que me alegre cuando me paguen el
intensivo de hoy, pero ahora solo me apetece dormir.
En la escalera del piso de Clara más movimiento.
Se oyen risas y juerga tras cada una de las puertas de su rellano. Cuando tras
picar me escondo detrás de las bolsas de cotillón, la puerta se abre y los
gritos de los peques que se abalanzan a mi cuello casi me tiran al suelo. Tal y
como aparecen desaparecen, y me quedo sola en medio del recibidor cargada con
las bolsas.
_Bonita tienes que estar con antifaz y
trompetita.
_Vaya Mangueritas!...Pensaba que no iba a volver a
verte lo que quedaba de año.
_No pienses, no se te da bien.
_Vienes con ganas de guerra? No has echao un
polvo en condiciones últimamente?
_No hagas preguntas si no quieres escuchar las
respuestas, Gritona. Te ayudo con algo?_ Señala con la cabeza la bolsa donde he
metido el pijama y el neceser para pasar la noche en casa de Clara. La bolsa
reutilizable que llevo con un par de botellas de cava y los postres y la bolsa
de plástico donde traía los cotillones.
_No hace falta, gracias. Con que mantengas tu
lengua viperina alejada de mí es suficiente, y hazme un favor, tengamos la
fiesta en paz, de acuerdo?
_Claro. Sus deseos son órdenes señora marquesa.
Vuelvo a poner los ojos en blanco y Clara
aparece por la cocina cargada de platos con canapés. La sigue Quique cual
perrito faldero que ha debido caer rendido a sus pies tras tanta comida con la
que ha podido comprobar que algunas nacen con gracia para lo que sea, incluida
la cocina y sus artes.
Se acerca y me besa. _ Hola Neni. Ha sido
agotador. Tu cara lo dice. Quieres tomar una ducha? Podemos esperar diez
minutillos por ti.
_No hace falta. Tranquila. Cenemos ya que se ha
hecho tarde. Cómo ha ido todo por aquí?
_Genial. Cuidar de cinco niños es lo más…_ La
veo alejarse hacia la mesa para dejar los platos y enarco las cejas cuando
observo los zapatos de tacón con la falda ceñida y la camisa blanca que lleva
puesta. Si hasta se ha maquillado!!
_Pues entonces genial.
_No sé a quién he reñido más. Estos hombres no
tienen arreglo, y a los peques solo les hacía falta que los revolucionaran más.
_ Clara se acerca a mi oreja y en modo confidente me advierte que tengo que
conocer a alguien.
En ese instante sale de la cocina una chica de
veinte pocos o veinte largos, ya ni sé, que se acerca glamurosa y vaporosa con
un traje negro con algunos brillos, un maquillaje perfecto y unas formas
exquisitas y que lleva una botella de limonada sin gas a la mesa. Me quedo de
piedra.
_Hola, soy Arancha.
_Ho…hola Arancha… Soy Aroa.
Busco con la mirada a Clara que me sonríe.
Arancha vuelve a la cocina tras dejar la limonada sobre la mesa. Yo sigo
clavada al suelo. Miro mis pintas. Zapatos de seguridad, jersey de empresa con
chaleco a juego, azul marino todo ello, monísimo de la muerte, unos bolis que
aparecen por el bolsillo del jersey, y el reflejo en el espejo de la entrada me
devuelve la imagen de quien soy. Con mi pelo enmarañado sujeto en un moño alto,
cara pálida y cansada, y ojeras. Muchas. Me pregunto qué coño hago allí, y me
respondo sabiendo que en la corta charla que he mantenido con Clara esta misma
tarde, me ha avisado de que peque quiere quedarse a dormir. Que luego habrá
mucho tráfico y gente borracha tras el volante, y lo mejor es que me quede allí
a dormir tras cenar. Y yo pensando que íbamos a ser seis a lo sumo.
La mesa está puesta. Voy a lavarme las manos y a
quitarme el chaleco y la sudadera y a ponerme algo más cómoda.
Segundos después es Clara la que saca la cabeza
por un lateral del marco de la puerta del baño.
_Estás bien?
_Agotada. Me ducho en dos minutos, lo juro. No
puedo aparecer con estas pintas a la cena.
_Quieres que te deje algo?
_No, puse en la bolsa un tejano, no te
preocupes… Siento aparecer tan desastrosa. No pensé que iban a haber invitados
glamurosos.
_Neni…
_No tardaré. Dos minutos. Lo juro.
_Seguro que estás bien?
Y asiento lentamente intentando que Clara acepte
ese asentimiento y se dé por vencida y satisfecha. Lo cierto es que ando hecha
una mierda. Me molesta que estén Chema y Arancha. Y hasta Quique. A la chica no
la conozco de nada, pero me molesta, ya sé que no tengo demasiados motivos para
estar así, pero pensé que la cena iba a ser como cada año, y empiezo a pensar
que los cambios me trastocan tanto como trastocan a mi hijo, y me siento incapaz
de hacerme con ellos y disfrutar de descubrir qué deparan…
_Arancha ha venido con Chema, me ha sabido mal
no invitarla porque él sí que estaba invitado. No habíamos hablado de nada y
como ayer estabas enfadada pues…no pude avisarte y eso… ya sé que cada año
celebramos la cena juntas con los niños y que…
Miro a Clara llevarse las manos al pelo y luego
refregarlas la una con la otra, está nerviosa, incómoda incluso, y me da
lástima…
_Clara, la cena será genial como cada año, es
solo que estoy cansada. Ya sabes lo poco que me gustan estas fechas. No seas
tonta. Cuantos más seamos mejor, no? Anda dame un abrazo y un beso, tontuca.
Tras abrazarnos le pregunto por los peques.
_Andan en la habitación, liados con un juego de
esos de piezas que les han traído Quique y Chema. No tardes, vale?
Asiento.
Dos minutos después como he prometido, aparezco
en el salón con algo de mejor cara. Lo cierto es que el pelo sigue enmarañado y
sigo cansada, pero nada que el agua calentita y la ropa limpia no solucionen.
Llamamos a los peques y nos sentamos a la mesa a disfrutar de la cena, que todo
hay que decirlo, huele muy bien.
Tras partirle a mi hijo los canelones y separárselos
dentro del plato para que se enfríen antes, les pongo a los peques limonada en
los vasos. Tienen unas ganas locas de acabar de comer para seguir montando el
juego de piezas que les han traído. Leo mira de dar órdenes instrucciones en
mano. Ari es la encargada de clasificar las piezas y finalmente es Pau el que
las va montando bajo la atenta supervisión del director de obras y la
responsable de suministros. Eso es montar equipo!
Los peques nos hablan y abren los ojos mientras
cuentan que hay dos cajas de piezas. Que primero van a montar la del aeropuerto
con los aviones y el señor que tiene las luces en la carretera donde despegan
los aviones….Y se llaman labizas…
_Labizas no, Leo. Son balizas.
_Eso, balizas. Y son amarillas… Y para qué
sirven?
_Pues deben dar señales moviendo los brazos para
indicarle al piloto que está en la cabina, qué maniobras debe hacer con el
avión. No lo sé cariño, ya sabes lo poco que me gusta volar. Además yo nunca he
visto uno.
Seguimos comiendo mientras observo de reojo las
carantoñas que Quique le procesa a Clara. Se los ve felices. Y yo que me alegro
porque menuda rachita llevaba la pobre.
Arancha no me quita el ojo de encima. No se la
ve mala chica, quizá algo empalagosa con Chema, intercambiando miraditas de
esas que no dicen nada pero que lo cuentan todo.
Y los niños pletóricos y en su salsa.
Piden permiso para levantarse antes de que
hayamos acabado, y les permitimos hacerlo porque no quieren estar entre
adultos, falta aún más de media hora para que empecemos con las uvas y quieren
ir a jugar.
Me dispongo a recoger la mesa pero Clara me
para.
_Descansa cenutria. Deberías ver la cara de
agotá que llevas. Quieres quedarte a ralentí y dejar de dar acelerones?
_Me estoy sintiendo un 600 ahora mismo Clarita.
Me guiña un ojo y poniéndome las manos sobre los
hombros me obliga a volver a sentarme.
Y lo que yo necesito para no dormirme, es
levantarme y mantenerme activa.
_Cómo es que has trabajado hoy? Clara me ha
comentado que libráis hasta el día dos, no es así?
_Miro a Arancha que hace la pregunta mientras
observa mi reacción. No sé qué espera, y eso de que me salga otra cabeza al
lado de la que ya tengo no me ha pasado nunca. Tan mala cara tengo?_ Libraba
pero me llamaron anoche porque una compañera se ha puesto mala.
_No descansas mucho entonces. Si haces todas las
suplencias que salen debes ir de bólido.
_Descanso a final de mes cuando llego a pagar
las facturas. Ya sabes.
_ Sí. No debe ser fácil criar a un hijo sola.
Chema me dice que no te lo montas nada mal, aunque creo que descansas poco.
_Ya dormiré cuando la palme. Creo que al
cementerio no llegarán las facturas.
Sonríe. Hago lo mismo.
_A qué te dedicas Arancha?
_Soy poli, como Quique.
_Aja.
Veo que Chema le habla al oído, y empiezo a
sentirme incómoda. Me disculpo y voy a la cocina. Necesito moverme y salir de
esa burbuja imaginaria que ahora más que darme seguridad, me aparta de un
manotazo a un segundo plano que ni siquiera sabía que existía en el comedor de
Clara.
Cuando entro a la cocina un gritito apagado
acaba con el momento sobeteo entre copas de cava, platitos donde disponer las
uvas y acaloramiento por parte de los dos adultos que llevan la tarea a trompicones
entre momentos de lujuria y felicidad.
_Iros a la habitación chicos, por favor. Yo me
encargo.
_Quieres descansar un poco?
_No, que si lo hago me duermo. Largo. Cuento yo
las uvas y las pongo en platos. Fuera que estáis en celo y me va a resultar muy
triste sentir celos. _ Los empujo fuera y entre risas los oigo llegar al salón.
Veamos. Orden. Lavo las uvas. Las desgrano del
racimo y las coloco sobre los platos. Cuento doce en cada uno. Uvas pequeñas
sin pepitas ni pieles para Leo. Creo que Ari y Pau las toman enteras y sin
pelar, todo y así las coloco de las pequeñitas.
Empiezo a sacar trastos de en medio y abro el
lavavajillas colocando allí los platos y los vasos de la cena que antes han
pasado por remojo. Saco un piti del cajón donde sé que Clara guarda nuestro
vicio y abro la ventana de la cocina para no dejar rastro.
Les pregunto a gritos quién tomará café.
Chema no tarda en aparecer por la cocina con el
pedido. Cuatro solos y un cortado.
Voy a la nevera y saco el brazo de gitano en
promoción y hago partes iguales.
Va llevando a la mesa los cafés y las
cucharillas, el azúcar y los platos. Luego las uvas y las copas. El cava a
última hora para que esté fresquito.
_Se acaba el año.
Miro a Chema mientras le doy la última calada al
cigarro antes de apagarlo.
_Eso dicen.
_Sigues enfadada conmigo?
_No. _Miento como una bellaca pero ni ganas de
discutir tengo.
_Mientes por cansancio?
_Omito por inteligencia más bien.
_Y qué tiene de inteligente mentirme?
_No tener que aguantarte. Te parece poco?
_Sigues retándome y con las lanzas en alto por
más que trates de omitir. Lo llevas dentro. No puedes evitarlo.
_Lo mismo tampoco quiero.
_Lo cual viene a demostrarme…
Arqueo las cejas esperando que acabe.
_...que en el fondo debe molarte.
_Pues debe ser eso.
_Sabes una cosa?
_Sorpréndeme Mangueritas.
_Dicen que no es bueno acabar el año y empezar
el nuevo arrastrando cargas y pesos innecesarios. Así que por mi parte, estás
perdonada.
Lo flipo. Yo con este tío lo flipo. Y de manera
automática mi anárquica ceja derecha decide ascender por sí sola hasta que mi
cara debe dibujar una expresión que debe decir algo así como : Pero tú estás
tonto o qué narices te pasa, monín?
_No sabes el peso que me quitas de encima. Ya me
siento más liviana, mira tú. Lo mismo esta noche salgo volando y todo.
_Anda dame un abrazo y hagamos las paces,
Gritona. _ Y sin venir a cuento me abraza. Rollo oso. Aprisionando mis brazos a
cada uno de los lados de mi cuerpo. Sin darme opciones a devolver el abrazo en
el caso de que fuera tan borracha como para hacerlo.
Es algo más alto que yo, poco, pero me doy
cuenta al tenerlo allí de que me saca media cabeza. No respiro. No sé por qué
no lo hago cuando es necesario para mantenerme viva, pero de pronto el aire ha
dejado de entrar en mi cuerpo. Y estamos así, cuánto? Cinco, ocho segundos?
_Puedes seguir respirando, Gritona. _ Y lo
haría, lo juro, si supiera cómo poner de nuevo en marcha a mi cuerpo, pero
acabo de sufrir un cortocircuito y soy incapaz de pensar en nada.
_Está bien. Tanta efusividad me confunde, así
que acabaré con esto a la de ya. Un beso y te dejo respirar. Lo prometo. Es mi
manera de regalarte acabar el año sin cargas y sin rencores, Gritona.
Soy tan gilipollas que solo soy capaz de
asentir. Y mucho me temo que hace unos segundos que empecé a perderme entre los
protectores brazos del abrazo de oso, el olor que desprende su cuerpo a la
altura del cuello y el contacto con su pecho. Estoy fatal de lo mío. Lo sé.
Pero si el problema es mío, yo decido cuándo ponerle remedio.
Y cuando pensaba que ya no podía estar más fuera
de escena que en ese mismo instante, tras mirarme a los ojos, me suelta del
abrazo, toma mi cara y me estampa un beso en todos los morros que para colmo
hace que me tiemblen las rodillas. Vamos que como me suelte la cara me desinflo
cual globo y me quedo adornando el suelo.
Vuelvo a quedarme sin aire. Y me doy cuenta de
que he cerrado los ojos cuando la cocina desaparece de mi vista. Sé que no es
un buen momento para calificarme, básicamente porque debería estar disfrutando
o no del beso sin más, pero está claro que no estoy por lo que debo y el neón
se ilumina de nuevo con la palabra “patética” en mayúsculas acompañada de las
sirenas sonoras de peligro.
_Chema?!!!
Tardo unas décimas de segundo más en reaccionar.
No seguiré flagelándome. Es el cansancio. Y llega la hora de ponerle remedio al
asunto que no ha dejado de ser una molestia, permíteme que te mienta.
Cuando logro abrir los ojos miro a Chema que no
ha despegado sus ojos de mi cara de lela.
Tras recomponernos, porque está claro que no
vamos a negar lo que es evidente, observo a Arancha en la puerta de la cocina
acompañada de Ari y Leo. Tienen sed y vienen a por agua.
_Lo…lo siento. _ No logro articular ni una
palabra más.
Soy incapaz de levantar la vista del suelo
mientras me acerco a la pica y lleno dos vasos. No puedo mirar a nadie a la
cara. Los peques tras beber se van. Arancha le pide a Chema que la acompañe y
salen de la cocina.
Oh, joder!! Acabo de liarla. De eso no hay duda.
Seré gilipollas! Y quién me manda a mí confiar en el tipo este de los…las
narices!!!
Enciendo otro piti. Clara que viene a la cocina.
Cierro la puerta. Le explico lo que acabo de hacer. Me llamo gilipollas
repetidas veces. Clara que me dice que me tranquilice. _Yo no quiero estar
aquí, joder. Quiero irme a casa. _Piensa en Leo. Se está divirtiendo. No seas
tonta, vamos a tomarnos las uvas.
_Se le van a atragantar a más de uno, fijo.
_No digas tonterías.
Cuando llegamos al salón los peques ya están con
sus platos en la mano y con toda la parafernalia del cotillón cubriendo sus
cabezas y sus ojos. La Igartiburu las presenta desde la Plaza del Sol. No sé
dónde meterme y está claro que solo miro de controlar que entre la risa, las
prisas y los antifaces Leo no se atragante. No me quito la mirada de Chema y
Arancha de encima. Las serpentinas y el confeti empiezan a volar justo cuando
la última campanada suena. Me abrazo y beso a Clara y Quique. Acto seguido los
peques se me tiran encima y me abrazo a Leo como a mi tabla de salvación.
Tras los brindis, las fotos, el bingo, las
cartas y algunos bostezos, metemos a los peques en la cama. Pasan de las tres
de la mañana cuando llevo la última copa de cava a la cocina. Si por un momento
creí que iba a empezar el año sin cargas estúpidas, la cosa queda ahí, en que
lo creí. Me pueden la culpa y el malestar. Me pueden el agotamiento y la
necesidad de dormir para dejar de pensar que llevo en este nuevo año tres horas
y no han sido las más cómodas de mi vida que digamos. Enciendo otro piti y me siento en la silla,
apoyo la cabeza sobre el brazo. Cierro los ojos. Solo dos minutos. Lo juro. Dos
minutos…dos…zzzzz.
Cuídense.
Sean Felices.
Ciao.
;-P
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