NO ESTARÉ CONVIRTIENDO ESTO EN UN DIARIO CULINARIO, NO?...

Tengo la impresión de que esto empieza a ser como un diario.
Uno de esos que una siempre empieza siendo niña.
En mi caso, no creo que hubieran diarios.
Más bien escritos sueltos.

Supongamos que no tuve demasiada infancia.
Dejémoslo ahí y no le demos vueltas a un tema, que muy probablemente no nos llevaría a nada en concreto.
O tal vez sí.

No voy a hablaros de infancia.
Escribí de ella hace ya algún tiempo y debo tener el texto guardado, así que en cuanto llegue el momento, y siempre que acabe encontrándolo, lo mismo cae.

Han sido unos días pelín duros.
Demasiado encontrarme de cara con la nueva etapa.
Una vez dentro, no tienes más remedio que mirarle a los ojos.

Vuelve a haber tormenta.
Y ando haciendo caldo, después que las lentejas, y la tortilla de calabacín me quedaran comestibles…
Me he animado.
Debe ser eso.
Y que muy en el fondo, hay pequeñas manías que nos llevan tiempo atrás.
Y el olor a caldo me recuerda que ya tenemos al otoño encima.

Conectada al mundo a través de un teléfono móvil que pierde las teclas por días, y con la única compañía de la radio, me queda cocinar, escribir o leer.
Y ya ando con un libro entre manos, la vitro cerámica está al máximo y la música bajita, para que no me despiste al escribir.

He levantado la cortina de la ventana del comedor.
La abrí por la mitad, y siento la brisa recorrerme y veo las velas danzar.

Hace unos días descubrí dos canciones que podrían ponerle la banda sonora a este texto, a esta noche, a esta tormenta o simplemente al caldo que ando preparando.
Anna Torroja SONRISAS


Vuelvo a tener la linterna a mano.
Y no creo que tarde en irse la luz.
Los relámpagos vuelven a iluminar todo el cielo.
Y los truenos suenan cerca…

Hoy comí con normalidad.
Me forcé a ello tras descubrir en la báscula que había bajado de los 59.
Poco a poco…
Soy consciente.

Necesito la normalidad que aporta el curso escolar.
También lo sé.

Y el primer caldo ha salido especialmente bueno….
Ciao.