VIAJEROS BAJO LA LUZ DE LA LUNA...
Nadie te enseña a vivir.
Nadie te muestra el camino.
Simplemente echas un pie tras otro y aprendes a moverte intentando mantenerte erguido.
Un paso tras otro hasta darte cuenta de qué pasos has equivocado y cuáles te han mostrado el sendero que debe conducirte al final de esta vida….
Perdí de cuenta los pasos.
He aprendido a caminar, bailando entre paso y traspiés .
Sigo haciéndolo a día de hoy.
Y es más que probable que esté aprendiendo hasta en el último de mis pasos porque seguiré oteando el horizonte de mi vida…
Pasos que te llevan a sentir que has ganado.
Caminos enteros que te agotan y te hacen caer en la desesperación de haber perdido. No sólo el tiempo o las fuerzas, el aliento o el norte…
Y mientras….seguimos caminando.
Porque por más que tu tiempo decida estancarse, no puedes dejar de enlazar un pie tras otro…
Y tras uno de esos caminares que no crees que te lleve a ninguna parte, encuentras millones de briznas sobre las que caminar…
Porque el abandono de unos es la entrega de otros.
No hay odios por más que pueda parecértelo.
Hay miedos. Todos los que nacen de uno solo.
Miedos que fugaces, en ocasiones te hacen sentir por completo loca de vida y en otras ocasiones viva de las muertes que has vivido…
Entonces vale una palabra para que el vacío quede de nuevo lleno por completo…
Y cuando logran que una sola de ellas te roce, parece que alma empieza a salir del letargo y el frío, el abandono y el caminar sin rumbo…
No creo que nadie sepa qué palabra es la adecuada. Ni siquiera que haya palabra que cause el efecto que esperas demasiados inviernos y miedos después…
Millones de historias y todas con un denominador común…
Uno de entre los millones que guardamos y que nos han enseñado a caminar.
A seguir haciéndolo.
Porque nada se escribió de quienes decidieron detener sus pasos.
Porque al final de los innumerables caminos, de haber barajado posibles futuros que acaban siendo sólo uno, sólo nos queda volver la vista y reconocer que nadie nos enseña nada en absoluto, pero necesitamos de otros para aprender a vivirla…
Nadie conoce la palabra.
Y de manera extraña todos caminamos en la misma dirección…
En ocasiones vemos nuestra andadura en ojos ajenos.
Y el brillo de nuestra propia vida nos devuelve por completo a ella…
Extraños que se suman a caminarla a tu lado…
Manos que te arrancan de golpe de una soledad no ficticia…
Trocitos de paciencia que vienen a unir las piezas hasta lograr que no la sientas desbaratada por completo…
Extraños que vienen a mostrarte qué hay bajo tus palabras y bajo tus pies.
Bajo cada uno de los segundos, y tras cada una de las palabras, dándoles sentido por completo a todas. Desde la primera a la última…
Ya sea compartiendo una tarde sobre un verde césped, o una noche al abrazo de la luz de la luna…
Nadie te muestra el camino.
Simplemente echas un pie tras otro y aprendes a moverte intentando mantenerte erguido.
Un paso tras otro hasta darte cuenta de qué pasos has equivocado y cuáles te han mostrado el sendero que debe conducirte al final de esta vida….
Perdí de cuenta los pasos.
He aprendido a caminar, bailando entre paso y traspiés .
Sigo haciéndolo a día de hoy.
Y es más que probable que esté aprendiendo hasta en el último de mis pasos porque seguiré oteando el horizonte de mi vida…
Pasos que te llevan a sentir que has ganado.
Caminos enteros que te agotan y te hacen caer en la desesperación de haber perdido. No sólo el tiempo o las fuerzas, el aliento o el norte…
Y mientras….seguimos caminando.
Porque por más que tu tiempo decida estancarse, no puedes dejar de enlazar un pie tras otro…
Y tras uno de esos caminares que no crees que te lleve a ninguna parte, encuentras millones de briznas sobre las que caminar…
Porque el abandono de unos es la entrega de otros.
No hay odios por más que pueda parecértelo.
Hay miedos. Todos los que nacen de uno solo.
Miedos que fugaces, en ocasiones te hacen sentir por completo loca de vida y en otras ocasiones viva de las muertes que has vivido…
Entonces vale una palabra para que el vacío quede de nuevo lleno por completo…
Y cuando logran que una sola de ellas te roce, parece que alma empieza a salir del letargo y el frío, el abandono y el caminar sin rumbo…
No creo que nadie sepa qué palabra es la adecuada. Ni siquiera que haya palabra que cause el efecto que esperas demasiados inviernos y miedos después…
Millones de historias y todas con un denominador común…
Uno de entre los millones que guardamos y que nos han enseñado a caminar.
A seguir haciéndolo.
Porque nada se escribió de quienes decidieron detener sus pasos.
Porque al final de los innumerables caminos, de haber barajado posibles futuros que acaban siendo sólo uno, sólo nos queda volver la vista y reconocer que nadie nos enseña nada en absoluto, pero necesitamos de otros para aprender a vivirla…
Nadie conoce la palabra.
Y de manera extraña todos caminamos en la misma dirección…
En ocasiones vemos nuestra andadura en ojos ajenos.
Y el brillo de nuestra propia vida nos devuelve por completo a ella…
Extraños que se suman a caminarla a tu lado…
Manos que te arrancan de golpe de una soledad no ficticia…
Trocitos de paciencia que vienen a unir las piezas hasta lograr que no la sientas desbaratada por completo…
Extraños que vienen a mostrarte qué hay bajo tus palabras y bajo tus pies.
Bajo cada uno de los segundos, y tras cada una de las palabras, dándoles sentido por completo a todas. Desde la primera a la última…
Ya sea compartiendo una tarde sobre un verde césped, o una noche al abrazo de la luz de la luna…
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