NO DEJARÉ DE HACERLO...

Sigo buscándote.
En la misma plaza.
En el mismo banco.
Con los mismos viejos amigos.
Con aquellas viejas gafas que te daban aire de intelectual.
Cano.
Como te conocí siempre.
La única diferencia es que hoy las copas de los árboles estaban pobladas por hojas que la brisa mecía.
Es la primera vez que los presentí vivos desde que partieras.
Jaleos a lado y lado de la plaza. Niños que revolotean tras un trozo de cinta que uno de ellos sujeta en alto, mientras los demás lo siguen intentando alcanzarla.
Los mismos de siempre.
Y sin saber por qué, te busqué entre ellos.
No faltabas una sola tarde.
Y tal vez ese estúpido pensamiento, me devuelva al hombre.
Tal vez la tarde menos pensada vuelva a verte.
En ese banco que hoy restaba vacío porque no estabas tú.

Hoy tu bisnieto probó por primera vez un helado de plátano.
Hasta hoy todos los que pedía eran de chocolate.
Recuerdo que el primer helado se lo pagaste tú.
Como hacías conmigo cuando era niña, y a la salida del colegio me dabas algunos duros para que pudiera comprar caramelos.
Supiste siempre que era golosa.
Yo a cambio supe siempre que eras un hombre cariñoso tras esa coraza, y corría presurosa a darte un abrazo y un beso en la mejilla.
Y fue hace tanto tiempo.
Tanto…

Te sigo echando de menos.
Y hasta hoy seguía peleada con este mundo porque nadie se detuvo cuando te fuiste.
Nadie se percató.
Todo siguió igual.
Las hojas siguieron naciendo en las ramas de los mismos árboles que hoy estaban tan llenos de vida mientras tu banco permanecía vacío.

Te echo tanto de menos, que hoy decidí perder otra batalla y tuve que sentirme acariciada por la brisa, para perdonarte por haberte ido para siempre, porque permanecer dolida contigo le restaba espacio al dolor.

Duele.
Sigue doliendo.

Y lo hará para siempre.
No me cabe la menor duda.

Siento que pierdo otra batalla.
Que la vida está llena de ellas y que a ti no te tengo...


Dale un beso.
A ella y a su historia, porque aún recuerdo sus palabras .
Su vida cuando era niña y los momentos vividos después y que sólo recordaba cuando la varita de la sabia locura lograba acariciarla.
Y yo corría a arrodillarme junto a ella, en aquel viejo butacón en el que nadie se sentaba porque todos sabíamos que era donde más cómoda se sentía.

Recuerdo la luz en sus ojos al recordarlas.
Recuerdo que yo quería esa luz para mí.
Toda.
Es esa búsqueda la que desde entonces me lleva a escribir.
La que me hace soñarla.
La que me hace añorar su locura.

Siempre supe que era especial.
Demasiado para que este mundo pudiera entenderla.

Sabes?

Acabo de recordar cuando viviendo aún en el viejo piso, algunas tardes tras la escuela, pasábamos a veros, o cuando algunos domingos nos quedábamos a comer allí , y tú nos traías aquellas copas de Dalky que sólo comíamos estando con vosotros..

Sabías que David era mal comilón, y siempre matabas un conejo el mismo día que sabías que íbamos a comer, porque así, según decías, con la carne aún caliente, tenía más vitaminas.

Y como ante tu insistente negativa, ella, y a escondidas, descolgaba de la pared aquel visillo que tapaba el cuadro de la luz, y en el pasillo, con la puerta del comedor cerrada para que no pudieras verme y así reñirme, yo lo usaba a modo de tutú y danzaba de un lado al otro dando saltos y creyéndome una bailarina, pero no una cualquiera, sino una de esas que bailaban de puntillas.

Recuerdo tu soledad. Esa misma que llevo observando en mi padre tantos años.
Esa melancolía que a día de hoy compartimos los tres.
Sólo es que creo que llevo también parte de la locura que las palabras de la abuela me brindaron.

Gracias por el regalo.
Me pregunto si os disteis cuenta mientras danzaba y ocultabas tu enojo porque me sentías feliz mientras disfrutaba correteando por mi infancia…


Siento que debía haberte conocido, para poder entenderlo todo en un futuro.
Como yo lo he hecho.
Para que pueda sentir el dolor tan grande por no tenerte.
Por entender cuánto significaste en mi vida.

No te creas que me está resultando fácil escribir esto.
Me he visto obligada a dejar pasar demasiado tiempo.
Lo siento.
Pero se lo debo a ella. Y a ti.

Siento que van a haber muchos bancos vacíos que me recuerden a ti.
Muchas palabras y pequeñas luces que me la devuelvan a ella.
Presiento que muchas van a ser las tardes en que te sienta al cruzar una de las calles.
Al girar una u otra esquina.
Esté donde esté.
Escriba las palabras que escriba.
Voy a seguir echándote demasiado de menos...
Echándola demasiado de menos...

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