PACTOS...



...Habían llegado a solaparse de manera casi imperceptible.

Así pues, no fue de extrañar que al poco, uno se encontrara encima del otro.

Y aunque fue extraño entender al principio, que todas las mañanas hubiera escritas palabras nuevas que le sonsacaban una sonrisa a sus palabras canallas, el tiempo y algunos cafés, hicieron el resto.

Eso y muchas horas de guerras dialécticas; y es que los gatos escaldados del agua huyen. O eso dicen.

Ambos habían conocido la parte física de la otra palabra mucho antes siquiera de haber podido adivinar los ojos o las manos. Curioso, pero en ciertas ocasiones cierto.

Y de esta manera también, habían intuido eso que algunos tachan de locura, y otros de relato mal escrito…

Llegados a la conclusión acertada o no de necesitarse de manera mutua, acordaron que no existían, o no como palabras físicas, lo que en parte facilitaba el trabajo. Siempre y cuando ninguno de los dos olvidara cuanto había pactado.

Eligiendo al azar los días en que podrían salir de la cama para acercarse a la ventana, los lunes, los miércoles y los sábados hasta entrada la madrugada del domingo de los meses pares, a él le tocaría sin ponerle pegas al asunto, calentar la cama.

A ella le tocaría ponerle de comer a los gatos y abrir las ventanas los meses más calurosos y tendría prohibido argumentar acerca de política y vida.

No podrían espiar la piel del otro fuera del cuadrilátero de aceras, calles asfaltadas y celdas iluminadas por otros físicos que no hubieran llegado a pacto alguno.

Y restarían bajo la promesa muda de no hacer preguntas más allá de lo que los ojos dibujaran.

Sería de obligado cumplido saciar el hambre del otro, esperando ser saciado por igual y en igualdad de condiciones.

De manera temeraria habían llegado incluso a ajustar los relojes y las ganas para poder alimentarse del hambre del otro…

Sin más contrato que el de las palabras apalabradas.

Y aunque les llevara algo de tiempo cruzar la línea de tiza blanca que habían dibujado sobre el suelo del comedor, una vez al otro lado, cada pacto nacería de nuevo sin más valor, color, olor, y tinte del que quisieran para llenarlo.

Más trabajo les dio definirlos y nombrarlos luego cuando entre riñas no físicas, no llegaron a acuerdo alguno acerca de algunas voces…

Para arreglarlo, momentos a solas junto al otro. Mientras uno tiene derecho por ser jueves a sentarse ante la ventana y el otro a permanecer en la cama…

Y es así como desde entonces, buscar nuevos significados se convierte en la ardua tarea de los viernes por la noche, dejando para los sábados eso de volver a saborear los matices por si la noche anterior no quedaron del todo claros…

Cuídense.

Sean Felices.

Ciao.

;-P

Comentarios

  1. Me parece la mejor entrada que te he leído. Me descubro ante vos, doña poeta. Me ha recordado a un fragmento de "Tan cerca.Tan fuerte" de Jonathan Safran Foer, mi escritor preferido.
    Lo dicho, genial.

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