TRAGEDIA... ( XXVI )




…Solo necesito ver el miedo en sus ojos para saberla por completo perdida…y actúo sabiendo que muy probablemente haga mal. Que es el odio a que me abandonara el que debería llenarlo todo, y que puede que sea ese el motivo que me lleve a ayudarla, o puede que en el fondo, muy en el fondo, no haya dejado nunca de ser esa parte que fue solo nuestra la que me ha llevado a odiarla…esto me está volviendo loco... ya me ha vuelto loco…pero no es ella la que está a punto de morir, y eso no causa el mismo regocijo que esperaba, está desesperada, y por un segundo me cruza la contradictoria idea que me lleva a dudar...si no la ayudo ahora, creerá de verdad que lo mejor que pudo hacer era marcharse, y no la traje para otra cosa que no fuera otra…así que debo convencerla…hacerla creer…de mi locura inventada al veneno de algunas verdades, prefiero para mí la locura cuerda de algunos momentos, y dejar el veneno lento para otros…aunque sea ese mismo el que lleva años alimentándome. Me acerco a la jaula. La ayudo a sacar a esas mujeres...no sé qué cojones hago. Las sacamos de allí. La buena obra de toda una vida, está claro que no volverá a haber ninguna otra…no sé si me estoy equivocando de todas, todas…pero me excita tenerla arrinconada, y me deleito con la idea del horror reflejado en sus ojos...

 

…Salimos hacía allí. Sí. Salimos. Voy en un coche de patrulla junto a mi hermano y otro par de policías nos siguen en otro coche. Vamos hacia el hospital... hubiese hecho cualquier cosa y lo sabe, puede que en el fondo supiera que acompañarlos antes se hubiera llevado alguna carrera policial de por medio, puedo entenderlo, pero no me han hecho falta demasiados ruegos para que entendiera esto… la adrenalina recorre mi cuerpo bombeándome dentro. Nada es comparable a esto excepto el miedo…no quiero plantearme que en realidad sea miedo…solo eso…yo solo quiero poder entender esto, o que acabe, o que la normalidad vuelva y dejemos de estar en este estado. Pienso entonces en Quique. En él como hombre, en él como hermano, en él como agente…y creo que se me viene encima una jarra de agua fría cuando empiezo a entender lo que puede llegar a ser su trabajo. Pienso entonces en el mío. Y en las noches que solo con recordarla o pensarla, el día merece la pena por jodido y mísero que pueda haber sido. Y no me preguntes por qué… (esta es una de esas charlas que uno mantiene con un tercero que no existe, o sí, pero lo mismo sin forma, y con la única finalidad de ponerse en orden por dentro, o con el cosmos, o el karma, como si explicar la historia desde tu propio punto de vista, bajo tus propias palabras con todo lo que ellas engloban y el significado que toman todas y cada una dentro de ti, pudiera cambiar las cosas, o el final, o la luz del día que acaba de irse, o pudiera hacerte fuerte, o pudiera devolverte la fe, o pudiera acabar con el miedo…)…pero en el fondo sé que sabes que solo lo hago para infundirme un valor que ahora mismo hace aguas…

Cuando llegamos los médicos nos acompañan mientras nos informan del estado de algunas…muchas en shock, muchas otras tan completamente idas que es probable que necesiten la próxima media vida para reponerse y poner en orden esta otra mitad.

No me dispongo a ayudar a ninguna. La busco. Solo la busco, siendo probablemente tosco en las formas. Demasiado tal vez. Miro uno a uno los rostros, aunque lleven otro color de pelo, aunque sus ojos no sean del mismo verde que los suyos, casi esperando encontrarla debajo de la piel de alguna de ellas, pero eso no ocurre. Empiezo de nuevo, una a una, porque podría tener otro color de pelo, o puede que unas lentillas… mientras entiendo que ando acojonado, porque si la encuentro, voy a tener que ganarle a todos esos miedos que se reflejan en los ojos de todas estas otras mujeres, y me desespero…

Las preguntas a las que parecen más enteras van y vienen. Observo cómo los garabatos sobre la libreta intentan plasmar de manera concreta todo lo inconcreto de sus palabras…apenas he oído a dos de ellas y salgo de aquella sala porque me ahogo, me falta el aire…Miedo. El mayor que haya sentido nunca, me recorre y golpea hasta hacerse con todo…

Tengo la impresión de que los segundos caen con fuerza desde algún lugar. Pesadas piedras que van a caer sobre un lecho de arena, amontonándose, golpeando las unas con las otras… me sobra el espacio, me falta el aire, y me nace desde dentro algo que soy incapaz de sacar fuera…opresión…cansancio…asco…ver sus cuerpos magullados, ver cómo a pedazos la piel cae a jirones aguantándose solo por otra pequeña parte de ella…todo esto es repugnante…

 

Quique no tarda en salir de ese pequeño habitáculo en el que he observado a mujeres despojadas de todo, incluso de la razón…una de ellas lo acompaña…ella me mira, y no sé lo que atisba en mis ojos, pero me sonríe tímida…

_Ella es buena.

Ella? Quién? Aroa? Buena? Por qué? Qué sabe? Dónde está? Quién la tiene? Por qué no está aquí? Qué le han hecho?...Preguntas...miles de ellas…Y ninguna pronunciada por miedo a conocer, a saber, a sentirla lejos, demasiado…y los sigo como un perro, sintiéndome de nuevo cobarde. Solo puedo hacer eso mientras las órdenes van y vienen de unos a otros con solo mirarse y los oigo hablar de ampliar el dispositivo, de llamar a otras unidades…la tensión lo envuelve todo…el silencio…el miedo…la incertidumbre…las dudas…el peso de las acciones de otros…la esperanza depositada en una sola palabra o un solo gesto…y la espera, la jodida espera, esa que nos tiene rogando y suplicándole a esta vida más tiempo…si la locura tiene un principio, es este…si necesita nacer de alguna de las maneras, es esta…

 

…A escondidas, con miedo, a ser descubiertos, a que las tornas cambien y el tiempo se vuelva en contra, ese tiempo que parece haberse detenido…que parece predecir que el tiempo se agota, que los segundos pasan y los minutos menguan…tensión…tal que eres capaz de sentir cómo va arrasándolo todo dentro, como va mermándote de lógica, cómo se ha hecho con todas y cada una de las emociones, y sientes que te mueves como una autómata para sobrevivir, permitiendo solo que los órganos funcionen y la sangre circule, convirtiéndote en una sombra de lo que has sido, de lo que los demás han querido que fueras…vaciándote por completo, volviendo a la nada…la enorme y gran nada…ya no hay más…

Sigo a Alejo por algunas salas que desconozco, no hago preguntas. Algunas puertas van a dar con pasillos oscuros. Toma mi mano. Y me parecería un gesto dulce si no fuese porque es su locura la que nos ha traído hasta aquí. Huye? De quién? De él mismo? De su locura? De quién?...

Obtengo la respuesta cuando tras abrir una de las puertas que se esconde en el laberinto del Estigian, encontramos a Simón y a Beatriz. Se me hiela la sangre. No entiendo qué hace ella aquí y aprieto la mano de Alejo pidiéndole explicaciones, como si ese solo gesto fuese capaz de hacer entender al otro todas y cada una de las dudas que se formulan dentro, desordenadas, sin cabo ni fin, porque cada vez entiendo menos de todo esto. Ella estaba fuera…debía estar fuera…y la contemplo unos segundos solo para contestarme a una pregunta…más de lo mismo, siempre por primera vez, siempre diferentes personas, siempre doliendo y sorprendiendo de igual manera, siempre diferente…traiciones...

La observo y el peso de una verdad a medias me recorre las sienes hasta aposentarse en el estómago. Es extraño como el cuerpo avisa antes de que la mente sea capaz de dar con la idea o el miedo…el silencio se hace conmigo…algo pesado cae desde dentro, cortocircuitando…barriendo…quemando y ahogando…a la vez…su piel viste el mismo tatuaje…su mirada la desviste una extraña, y las palabras se tornan huecas…vacías…odiosas…no quiero pensar que haya explicación posible…que haya razón o motivo…un disparo, solo uno y todo el peso del Aqueronte cae sobre el cuerpo de Alejo…tragedia… porque no todos los horrores impactan de igual manera…sobrepasan dependiendo de quién los inflige… no reacciono…observo el arma en su mano, el beneplácito de Simón, la sonrisa siniestra, la locura enfermiza…el odio, la satisfacción…y por un segundo pienso si no habrá equivocado el tiro…si no hubiese sido mejor que hubiera errado el tiro…se alejan y oigo cómo tras ellos la puerta se cierra…

El dolor empieza a entumecerme y temo mirarlo…me veo arrastrada por el desprecio ajeno…mis pies se mueven por inercia alejándome de él…no soy capaz de encontrar mi voz o formular la pregunta exacta…el miedo las ha ahogado…miro el cuerpo en el suelo…una sola mirada y todo dentro se rompe. De nuevo. Por primera vez. Esta vez lo hace despertando en el último hueco de las entrañas, ese que debe guardar las emociones malsanas que nos negamos a poseer, como si eso pudiera hacer que te olvidaras de ellas o que no anidaran dentro. Despierta desde lo desconocido, desde la peor de las paranoias porque toda ella la inunda, asustándome, sin que pueda retenerla, dirigirla o controlarla, y arremeto con todo lo que ya conozco. Estrello contra el suelo lo que encuentro a mi paso, tratando de sacar fuera la hiel y esperando que en el camino me desgarre las cuerdas vocales hasta que pueda vomitar y escucharme…gritar y desgañitarme, dándole alas a una locura que me consume. El veneno no tarda en aparecer, y los gritos y los golpes quedan suspendidos en el aire hasta que casi puedo tocarlos, los objetos ruedan, pisoteo el cristal hecho añicos y el licor de las botellas pronto corre a formar charcos bajo mis pies. No noto los cortes. Por no notar, ni mi peso, y creo que la habitación se ha vuelto ingrávida, haciéndome sentir la levedad no solo de mi cuerpo, sino la del miedo, la rabia y el odio que ahora empieza a envolverlo todo. La fuerza también se llena de ella, y me descubro volteando la cama, arrancando de las paredes las lámparas y estrellándolas contra la ventana. Arrancando las cortinas que ocultan las paredes, sin ser yo la que arremete, destroza o controla nada. No soy yo quien me lleva a moverme. No puedo controlar al animal que me mueve y me duele…empiezo a notar que me falta el aire, y es contra los cristales  donde lanzo todo objeto. Trastabillo hasta caer. Alimentándome de la naturaleza que desconozco. Destrozándome de ella cada vez que tomo aire para gritar de nuevo. Apretando tanto las mandíbulas que duelen. Insultos que espero que hieran como lo hacen dentro. Porque no me cabe duda de que la naturaleza que permitimos que nos habite, se nutre y nos nutre en una simbiosis que nos permite no acabar con nosotros mismos…

Solo espero poder vomitarla hasta quedarme tan vacía de quien he sido que ya nada importe, o se haga tan fuerte que acabe conmigo...

El llanto abriga sin devolverme la paz que me han arrebatado la crueldad y el peor de los sinsentidos…mastico los gritos entre sollozos y lágrimas que intento que me devuelven al aquí y ahora, pero que se han hecho ya, de antes y otros muchos lugares…sigo aquí...

Cuídense.

Sean Felices.

Ciao.

P.D: El blog hace años!!!!

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