SI FUESE NECESARIO, ECHA ABAJO LOS MUROS... ( XVI )
…Como tantas otras noches, se sienta en el sofá. Sus
calcetines y la bata. El pelo suelo que a rizo alterno le cae sobre los
hombros. No tarda en levantarse y coger la botella de vino de la nevera y vuelve
al sofá. Pensativa. Dejando que los silencios y los segundos la recorran
también a momentos alternos.
Niega con la cabeza y alzando las cejas asegura su negación.
Un cd…Desconocía la canción. Era en inglés. La busqué cerca de la mesa de
mando, en el ordenador que me traje para poder descubrir las letras que escuchaba
en cada momento. Esa debía haberla escuchado un centenar de veces en la última
semana… Las lágrimas aparecen antes de que llegue el estribillo por primera
vez. La noto cansada. La noto abrir la boca y que con el silencio en sus labios
la canta…Vuelve a hacerse un ovillo y abraza sus rodillas. Se mece…Creo que
podría jurar desde la primera vez que la vi hacer eso, que supe a la perfección
dónde estaba por más que sus ojos estuvieran abiertos, miraran a un punto fijo,
y por más que yo pudiera estar observándola desde la sala de mando de la casa
de su vecina. Solo un par de metros, algunos escalones y dos puertas. Esas eran
las distancias y los únicos obstáculos que nos separaban.
Creo que fue entonces cuando supe que no quería que hubiera
sido ella, y me convencí de ello.
Hacía una semana que miraba las cámaras a diario en el turno
de noche mientras en otra pequeña pantalla visionaba las horas de declaraciones
a las que Arancha la había sometido. No había sido fácil y tuve que encararme
con mi hermano, mi futuro cuñado y el par de hombres que estaban en aquel
centro de mandos cuando llegué. No iba a permitir que visionaran algunas
escenas que entonces creí que eran solo suyas, ocultando que pensaba ya por
aquel entonces que también eran mías. Aquellas confesiones la habían convertido
en un guiñapo de quien yo había conocido hasta entonces, y quería solo para mí
algunos instantes que se daban a lo largo del día y las noches…
No me imaginaba que pudiera dar tantos detalles y
desmembraba su memoria en busca del más nimio. Creo que yo hubiera sido incapaz
de mantenerme cuerdo de haber vivido todo aquello. Arancha debía pensar lo mismo
y en más de una ocasión tuvo que refugiarse en el baño para calmarse. Esther
que la acompañaba en función de psicóloga no daba crédito. A estas alturas esa
mujer debía estar completamente loca. No atinaba a entender que siguiera como
si nada, parapetándose entre la rabia y un odio que jamás dejó salir y que
ocultaba así toda la vergüenza que la vestía por completo.
Día a día habían ido atando cabos hasta tener una historia
macabra donde pudiera haberla habido.
_La escopolamina provoca delirios, bloquea el sistema
nervioso central, dificulta el habla, crea somnolencia, y en casos cuya
administración excede los parámetros permitidos, puede crear complicaciones que
acaben con la muerte del individuo. Los análisis han confirmado que es lo que
te administraron la tarde que estuviste en el hotel. También es lo que le
administraron a tu hermana. Pierdes la voluntad por completo y pueden hacer
contigo lo que quieran. Nos dimos cuenta al revisar el vídeo. Las manchas rojas
que aparecen en su cara y en su pecho, así como la falta de lucidez, los ojos
vidriosos y la falta de visión en algunos momentos, nos llevan a pensar que ella
no era consciente de lo que hacía. Es lo mismo que te administraron en el hotel.
_La van a detener?
_Antes deberíamos encontrarla. Puedes ayudarnos?
Niego.
_No nos llevábamos demasiado bien.
_Quieres contarnos qué paso?
_Ni si quiera lo sé. Ella…ella pensaba que el Estigia era
diferente. Cuando me di cuenta de lo que ocurría acabé con todo. Entonces
terminé con Simón, y me alejé. Al tiempo descubrí que estaban juntos y traté de
advertirla, necesitaba que entendiera que no era una bueno para ella, y creyó
que yo trataba de alejarla del hombre al que quería porque estaba celosa y
dolida porque conmigo no hubiera funcionado. Discutimos y nos alejamos.
_Cuánto hace de eso?
_Ni siquiera conoce a Leo.
…
_Cinco lagunas o ríos rodean el Hades. El juego los recorría
todos. El Cócito, el Aqueronte, el Lete, el Flegetonte y el Estigia. …La única
laguna en la que podías decidir era la de Estigia... Convierte en vulnerable al que
se sumerge en ella…
…
_De las lamentaciones, la aflicción, el olvido, el fuego y
finalmente el odio…
…
Miro las pequeñas pantallas. El ordenador donde visiono una
y otra vez las imágenes de las declaraciones. Intento montar el puzle. Sabiendo
que solo fue una pieza más. Una que deja el hueco y lo incompleta si
falta. La veo desesperarse por salir del lugar al que vuelve cada vez que recuerda.
Luego, tras acostar a Leo y darle el último biberón del día a Helena, el mismo
ritual de siempre.
…”Sus calcetines y la bata. El pelo suelo que a rizo alterno
le cae sobre los hombros. No tarda en levantarse y coger la botella de vino de
la nevera y vuelve al sofá. Pensativa. Dejando que los silencios y los segundos
la recorran también a momentos alternos” …
…
Helena y Leo duermen. Es uno de esos fines de semana que no
teniendo obligaciones, y ahora que la peque ha dejado de tener ese dolor de
estómago que la despertaba en mitad de la noche gritando a pleno pulmón, noto
que me falta el tiempo y me sobran pedacitos de vida que me sostengan.
Demasiado tiempo para pensar y no me queda nada por lo que
hacerlo. Dejo pasar los días para que todo acabe de una vez.
Vuelvo al sofá como tantas otras noches a mis espaldas.
No tardo en ir a buscar el vino. Más tarde el mismo ritual
de esta última vida. Y la música nace en los altavoces una y otra vez. La
misma. En modo repetición. Cuando algo cambie, lo hará el tema. Hoy sigue
siendo este.
Un par de golpes me hacen volver y me descubro andando hacia
la puerta.
Apenas tengo tiempo de ser consciente de quien hay al otro
lado. Llevo más de dos semanas sin verlo y no había aparecido por aquí. No
quería verlo. O lo mismo sigo engañándome y en el fondo le estuviera esperando.
Lo miro solo un segundo y sabiendo esto iba a ser así,
escondo mi cara y empiezo a llorar como una idiota.
_Shhhh.
Me dejo abrazar y con la cara escondida me dejo mecer.
Hoy no tengo ganas de pelearme con esta vida, y dejo de ser
esa mujer que puede con todo.
Sus manos agarrándome fuerte y apretándome contra su cuerpo
me calman sin saber que tuviera esa necesidad. Estoy asustada y me dejo sostener
un momento. Te he echado tanto de menos y vi tanta rabia en tus palabras que me
dolía pensar que me hubieras abandonado y no saber que te tengo en mi vida…lo
entiendes?...siento haber sido tan horriblemente repelente, siendo haberte
hecho pasar todas esas mañanas en el rellano de mi puerta, siento no haber
sabido hacerlo de otra manera porque te necesito pero tengo miedo. No vas a
imaginar nunca cuanto miedo tengo. Miedo por Leo, por Helena, por Beatriz, miedo
a perderlos.
Me sorprende comprender que estamos meciéndonos…
No pienso en nada que no sea percibirlo a él, a la música,
al ahora, al aquí…
_Me encanta este tema.
Asiento.
_ Lo siento.
Respiro llenando el pecho por completo. Hace lo mismo. No
voy a dejarlo continuar. No quiero recordar ese momento. No quiero recordar su
rabia y pensar que en sus ojos no podía reconocerme o encontrarme, porque eso
sería admitirle que tengo miedo de perderlo.
No creo que ninguno de los dos necesite más. No aquí, no
ahora…
Meso su pelo y busco su boca. Con vergüenza. Con miedo. Con ferocidad. Con una necesidad infinita, y
encuentro unos labios que responden de la misma manera. Con hambre. Y pienso
que podría jurar que puede entender todo lo que anda diciéndole el llanto.
_No vuelvas a dejarme plantada como una patata después de
que te haya vomitado casi encima. Nunca más.
Sé que sonríe. Apenas el inicio de una carcajada que se atropeya en su pecho me hace entender que estoy en lo cierto.
_No pienso hacerlo Gritona...
Cuídense.
Sean Felices.
Ciao.
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