SI EL CAOS LLEGA, INTENTA DESAPARECER BAJO LAS SÁBANAS... ( XIII )




...
Apenas me despierto cuando peque entra sigiloso y me da el beso antes de irse al cole. Vuelvo a estar en la cama. Tal vez entrara y no lo recuerde. Un par de horas después y tras una buena ducha, bajo a desayunar. Algunos policías se han congregado en el salón. Han ocupado la mesa del comedor. Hablan en voz baja. Miran el ordenador .  Algunas fotos. Chema me acompaña a la cocina. No tardan en sumarse Arancha y Quique...

De nada sirve que me avisen de lo que voy a ver. De nada. Pienso que exageran. Horas después dejo de entender…

 

…Cuando llega el momento en que ni las drogas, ni el sueño no reparador, ni el alcohol, ni los calmantes, ni las palabras, ni la confianza, ni desgañitarme gritando o llorando pueden deshacerme hasta desaparecer, o hacerme entender la sinrazón de conductas y actos ajenos, cuando las imágenes me persiguen y los gritos aparecen bloqueándome y llenándome por completo del asco del que solo la raza humana es capaz, logro despertar de nuevo a mi vida a medias, y entendiendo que si la justicia es la única capaz de pagar por todo lo que he visto y oído,  independientemente de cuáles sean las formas y pensando solo en el fin, que así sea. Tomo la decisión que lleva gestándose dentro desde hace apenas unos días en las que las visitas y el cuidado del resto no han sido suficientes.

Cuando el odio nos mueve porque algo lo ha hecho despertar, o nacer, o solo desperezarse, desconociéndonos y temiéndonos porque no pensamos jamás que en nuestras entrañas pudiera crecer nunca tanta crueldad, movemos ficha dando sentido a quienes somos sin saberlo. Porque todos podemos mutar para convertirnos en quienes queremos ser,  en quienes nos obligan a ser, en quienes no creímos capaces de convertirnos nunca o en aquellos que han vivido siempre bajo nuestra piel sin que pudiéramos saberlo.

Me enfrento al horror y el terror de reconocerme y aun así siento calma. La que precede al más macabro de los actos. Lleno de una locura que ha ido arraigando y llenando todo el espacio posible, porque no hubieron otras raíces que le hicieran competencia o le restaran sangre o tierra. Es lo que tiene estar vacía. Facilita las cosas enormemente. Doy gracias por ello…

No hay agujeros que llenar que no sean los del hambre y la paz que me han arrebatado muy probablemente y sin saberlo quienes decidieron comportarse como animales, y antepusieron su necesidad de crueldad y dolor, al de la libertad y el respeto de los otros, y conociéndome como me conozco, el maltrato no es el punto y final para quienes lo utilizan, si no solo un medio para desear estar muerto. A eso voy. A dejarlos correr desnudos ante mis ojos, para darles caza.

Me relamo como una gata que sabe de antemano hacia dónde corren sus ratones o sabe perfectamente de qué manera tumbar la pecera para que la agonía del pececito naranja dando botes sobre el suelo de parquet me anime a jugar…

Siento como desde el cuello se apagan las voces y el grito. No es posible sacarlas fuera para poder acallarlas. Debo tragármelas y esperar que aniden dentro. Siento que es lo que llevo dentro lo que me va a hacer mantenerme en pie, y va a darme el valor necesario para poder enfrentarme a la locura del resto, y sorprendentemente, vuelvo a sentir paz cuando lo entiendo. No dudo que todo cuanto me toque vivir acabe por intoxicarme hasta dejarme vacía de cuencas con las que poder ver. O cosa mi boca porque ya no vuelva a haber nunca la necesidad de pronunciar o gritar. Los gemidos lastimeros pueden escapar por las comisuras de mi boca.

Vuelvo a relamerme. Y repaso, en calma, una calma que tal vez solo sea espejismo, cómo el mundo sigue su curso. Creo que esto debe ser lo más parecido a estar muerto. Si alguien decidiera acabar con mi tiempo ahora, no dolería, estoy segura. No hay espacio para el dolor, no donde me encuentro.

Hay un limbo en la tierra donde desechar toda emoción. Algunos han decidido llamarlo oasis, el de la locura…

Qué sabrán quienes hablan o pactan desde la cordura…

…Dejo entrar de poco a poco las súplicas hasta convertirlas en pedacitos de temas líricos que me acompañan a todas horas, para enterrarlos entre acordes y que dejen de parecerme desgarradores, dejen así de asustarme, de arañarme dentro y conseguir así  que el nudo me permita ser algo más que una cuerda amarrada…

…Imagino palabras de un amor desconocido e inventado antes de que las mujeres reciban el tiro de gracia. Lo hago tarde. Lo sé. Las he visto y están muertas, pero me hace sentir mejor la idea de que estén donde estén, pueden sentir que las acuno y las arropo mientras les acaricio el pelo y las calmo tratando de que entiendan que todo va a ir bien. Tal vez así, cada vez que recuerden lo que ocurrió, puedan llegar a sentir paz… puedan llegar a ella…estén donde estén…

Me siento volátil y el peso detrás de la nunca me avisa de que debo apresurarme…

Algunas experiencias vividas, algunas imágenes, sonidos y olores vuelven. Pasan delante de mí y puedo tocarlas. Detenerlas y contemplarlas hasta sentirlas mías. Las devuelvo a su lugar y sigo jugueteando con otras. Cerca de 37 años y hay tantas… Me sorprende darme cuenta entonces de algo tan básico, que me reprendería desde detrás de mis gafas. Sonrío. Nada escapa al tiempo a excepción de nuestras vidas, esas que tratamos de hacer nuestras sin saber que no nos pertenecen…

La determinación de los actos y el pensamiento nos convierten en quienes deberíamos ser. El miedo que nos lleva a actuar, en quienes realmente somos…

Entonces entiendo que casi la totalidad de los errores se cometen por miedo. Miedos que nos merman y nos mantienen en la salida de muchas experiencias que podrían cambiarnos la vida. Y permanecemos allí, sin cruzar la línea imaginaria que marca en el suelo el momento en que empezarás a dejarlos atrás con solo adelantar un paso…


No sé el tiempo que permanezco así, hecha un ovillo sobre mi propio cuerpo. Meciéndome, intentando alejarlo todo, intentando desaparecer, sin saber si la lucidez va a permitirme seguir adelante o sería mejor dejarme caer en brazos de la locura y cerrarle los ojos a este mundo…

Noto cómo algunos mosquitos clavan su picadura siempre en el mismo sitio, y cuando no puedo reprimir el sollozo, de nuevo el silencio, la luz tenue y las manos que acarician mi pelo…

No quiero estar y quienes me conocen lo saben. Podría asegurarte por el olor que sé quiénes son por más que no abra los ojos y note la luz por el color anaranjado en mis párpados. Oigo voces entre susurros y no puedo reconocerlas. Sigo meciéndome sobre mí misma. Hecha un ovillo del que cada vez más, solo noto huesos.

El peso de la sábana blanca me asfixia…

Tengo la sensación de que todo se resume a un interruptor que puedo tocar en cualquier momento. Apagar la luz y descansar ahora que aun estoy a tiempo de poder decidir por mí misma…Es todo tan extraño…Y sabiendo que todo está perdido, sigo teniendo la necesidad de pensar que controlo algo que está claro siento que me han arrancado de las manos. O tal vez solo lo perdiera. Un despiste, ya sabes…

Uno de esos momentos que pasan por delante mientras tú andas mirando a otro lado, haciendo de tu mundo, el mundo, y de tu vida, la única…

Cuídense.

Sean Felices.

Ciao.

;-P

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