SI LAS LUCES SE APAGAN, MANTÉN LA CALMA... ( XII )





_Va todo bien por aquí?

No respondo, es Clara la que se pronuncia y lo hace en silencio.

_Dejamos dormir a los peques y vamos a cenar algo?

Me levanto sin pensar. Noto que ando famélica. Con mal cuerpo, pero famélica.

La cena anda puesta en la mesa. Desde luego Clara vale para un roto y un descosío. Lleva todo el día con los cuatro peques y ha sido capaz de preparar la cena incluso para nosotros.

Quique y Clara van a la cocina. Chema se sienta y me observa. Lo noto. No necesito levantar la mirada para notar cómo las preguntas se clavan por todo mi cuerpo.

Una jarra enorme de zumo de naranja se coloca por arte de magia delante de mi plato.

_Debes tomar zumo. Está prescrito por los médicos y es todo para ti. Así que no quiero ver ni una gota en la jarra, y date prisa que se le escapan las vitaminas.

_Los peques han cenado lo mismo?

_Sí.

_Sabes cómo ganarte a Leo.

_Siempre.

Sonrío. Clara parece más tranquila, Quique menos autoritario.

Empiezo a degustar los espaguetis a la carbonara que humean y desprenden un olor delicioso.

Todo de lo más normal. Por qué no entiendo que todo esto sea normal y ellos sean capaces de llevarlo con tanta normalidad? Por qué siento que estoy jugando en una liga que desconozco? Y cuándo piensan explicarme qué ha pasado?

Bebo zumo. Está delicioso. Y sin grumitos. Quiero a Clara.

_Está todo delicioso. Gracias.

Nadie habla. Siento que sus preguntas intentan abrirse paso a través de la piel y duelen.

_Gritona… _Observo a Chema a mi lado. _ Come.

Me doy cuenta entonces de que llevo un rato absorta en el color naranja del zumo y en mi tenedor se ha acumulado una bola enorme de pasta que desecho porque me atragantaría si intentara masticarla de golpe. El estómago da quejas. Pienso que es por hambre. Sigo comiendo.

_Alguien puede explicarme qué está pasando?

_Come.

_Lo estoy haciendo, pero necesito respuestas.

_En cuanto hayas acabado.

Miro a Chema que trata de hacerme engullir, y noto su mirada dulce, como cuando trato que Leo entienda algo…

_Es todo raro… Estáis aquí pero lo cierto es que os noto lejos… Necesito respuestas y tengo millones de preguntas…No sé siquiera por dónde empezar y mucho me temo que he hecho algo mal, pero no sé el qué…

Los miro y parecen incómodos. Esto es tan desesperante!!!

_Alguien va a contestarme?

_ Espera a mañana. Hablaremos entonces. La doctora dijo que en tu estado no era buena idea pedirte explicaciones o dártelas. _Es Quique el que habla.

_Cuál es mi estado? Porque tengo claro que si no me das esas explicaciones voy a volverme loca, Quique. A peor no puedo ir.

_Puedes, créeme si te digo que puedes.

El teléfono de Quique suena en el mismo momento en que trato de replicar, sin tener demasiado claro a qué o por qué.

_Déjalos pasar.

Segundos después un par de golpes suenan en la puerta de entrada. Me sobresalto. Quique abre a dos tipos serios que se presentan con solo un leve movimiento de cabeza. Me miran.

Hablan en voz baja pero atino a escuchar palabras sueltas que consiguen que el bello se me erice y mi estómago dé un vuelco.

_... No es humana... en la bebida…peluca… dracma…nombre falso…

Noto que empiezo a palidecer y necesito con urgencia salir corriendo al baño para vomitar. Apenas llego. Mi estómago se contrae una y otra vez hasta que noto solo bilis intentando abrirse paso…Sudo…Tiemblo…Algunos flashes aparecen y desaparecen de manera fortuita en mi cabeza. Pequeños relámpagos de realidad en medio de un mar confuso… Chema está arrodillado detrás de mí y me sujeta el pelo en un intento fallido de que no se manche de vómito. Me siento sobre los talones sin apartarme demasiado del inodoro. No ando segura de haber acabado.

_Voy a por una toalla mojada, estás sudando.

Asiento.

Rato después Clara me ayuda a levantarme.

_Estás bien?

_Necesito un cepillo de dientes. El gusto agrio en la boca me puede.

Tras lavármelos me acompaña de nuevo al salón. Me sirve otro vaso de zumo.

_Las vitaminas deben estar ya en Cuenca, pero de algo servirá.

La miro y le sonrío. Miro a Chema que discute con Quique en voz baja al lado de la puerta de entrada.

_De qué hablaban esos hombres?

_No lo sé, Neni. Mañana lo aclaramos todo, vale?

_Mañana?

_Sí, y no transgredo.

Asiento de nuevo. No la corrijo.

_A la cama.

Chema me sobresalta y tras acabarme el zumo y besar a Clara me encamino escaleras arriba. Necesito una ducha. Cuando entro en el baño me encuentro un par de neceser llenos hasta arriba con mis cosas. Lo agradezco, y no voy a hacer preguntas.

_Clara trajo lo que creyó necesario.

Asiento.

_Necesitas algo?

_Ducharme.

_Adelante Gritona.

_Gracias.

_De nada. No cierres la puerta.

Lo miro. Alzo mis cejas a la par.

_Qué?

Sonrío. _Nada.

Media hora después tras haberme negado a pensar en nada que no fuese el agua recorriendo mi cuerpo y la necesidad de mantenerme limpia de nuevo, aparezco en la habitación ya en pijama. Chema espera bajo las sábanas. Lo miro.

Me observa ahí detenida y con cara de idiota seguramente.

_Vienes?

_Ahí?

_Sí. Si prefieres este lado te lo puedo cambiar.

_Vamos a dormir juntos?

_Sí.

_Ok.

Y noto que la vergüenza empieza a apoderarse de mí. Está claro que llevo fatal en estos momentos controlar nada.

Nada más meterme en la cama pienso en Helena y en Leo.

_Creo que voy a echarles el último vistazo a los peques.

_Claro.

Cinco minutos después ando trasteando mi bolso en busca de mi teléfono para poner la alarma del cole…

_No subes?

_No encuentro el teléfono y tengo que ponerme la alarma.

_Clara se encarga, no te preocupes.

_Ella llevará a Leo al cole?

_Sí.

_Ok.

Volvemos a subir las escaleras y esta vez me dirijo a la puerta corredera que hay a un lado de la cama. Para mi suerte, hay dos hamacas de madera y parecen mulliditas con esos cojines blancos encima.

_Qué haces?

_No me apetece meterme en la cama.

_Mañana será un día duro. Debes descansar.

Sé que a qué se refiere. Lo espero con ansia, esa que no va a permitirme cerrar los ojos fácilmente, pero accedo. Estoy cansada, no sé lo que quiero, pero sigo dejándome guiar. Creo que he perdido toda capacidad de supervivencia y lo dejo hacer.

_Si ves que me muevo mucho o que no te dejo descansar, puedo irme al sofá.

_Eso no va a pasar.

_Y cómo lo sabes?

_Porque ya he dormido antes contigo.

Color ascendiendo a mis mejillas en tres, dos, uno…

Me coloco de lado, mirando al lado en el que Chema se encuentra.

_Y por qué dormimos juntos?

_Deja de darle vueltas a todo. Es más cómodo, puedes descansar mejor, me tienes a mano por si necesitas algo y porque no hay más habitaciones.

Asiento.

_No vas a contarme nada?

_No es buena idea.

_Por qué?

_Porque lo ha dicho la doctora. Date tiempo. Solo te pido eso.

Vuelvo a asentir.

_Necesitas algo?

_Puedo dejar la luz de la mesita encendida?

_Puedes.

Me mantengo en silencio unos segundos, pero las preguntas se agolpan una tras otra, empujándose y atropellándose.

Vuelvo a mirar a Chema. Abro la boca con la intención de preguntar, pero pronto entiendo que mi subidón no es compartido. Chema está agotado.

Miro al techo. Tengo la mente en blanco por más que las preguntas no paran de hervirme dentro. Relajo la respiración y trato de acompasarla. Cierro los ojos. Noto que Chema duerme y automáticamente suelto sin siquiera ser consciente, la pregunta del millón, esa que me ronda desde que sé que algo dentro ha cambiado: _ Qué somos?...

No hay respuesta, y tras algunos segundos me levanto sigilosa, saco del bolso el tabaco, cojo una manta que anda enrollada en uno de los estantes del armario, y salgo a la pequeña terraza cerrando tras de mí la puerta e intentando no hacer ruido. Contemplo la ciudad. A ratos tras las volutas de humo. El tiempo es algo fresco a estas horas.

Ansiedad. Que me recorre por completo tratando de entender algo. Me pido paciencia. Solo unas horas. Entonces puede que empiece a entender algo. Me estiro sobre una de las hamacas y me echo la manta por encima. Contemplo el cielo. Los aviones que pasan muy por encima con esas luces rojas parpadeantes. Unos en una dirección. Otros en la contraria…

Dejo que las horas pasen. Y cuando las luces de la mañana empiezan a despuntar muy a lo lejos, cierro los ojos rendida, con un dolor de cabeza espantoso y habiendo encontrado lo que creo que son la mitad de las piezas de un puzle…
Cuídense.
Sean Felices.
Ciao.

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