...QUE COMPARTIR OXÍGENO CON UN BOMBERO NO TIÉ SU MORBO Y SU QUÉ...INDEPENDIENTEMENTE DE LA SITUACIÓN... ( XIV )

...


A lo lejos oigo ladrar a Brad... Estoy desnuda en la calle... Ha nevado. No hay gente. La nieve empieza a acumularse en los tobillos. Los pies duelen. No puedo moverlos…Los copos se clavan como alfileres... Brad sigue ladrando pero no lo veo. Intento girarme pero el frío me lo impide. Trato de llamarle pero no me sale la voz. Busco pero no veo nada...

Me incorporo de golpe para encontrarme en la más absoluta oscuridad. El agua está helada y algunas velas se han apagado. Busco a tientas el tapón y tiro de él. Abro el grifo y el agua caliente tarda en salir mientras tirito. Cuando lo hace llega sin fuerza y sin estar del todo caliente. Qué demonios ocurre?.. Me incorporo y me meto debajo de la alcachofa y trato en vano de calentarme.

Cuando todo el agua del baño ha corrido sumidero abajo y me he cansado de esperar a que el agua salga más caliente de lo que ya lo hace, busco a tientas la toalla. Me envuelvo en ella. A tientas encuentro la del pelo y me monto un turbante a oscuras.

Brad sigue ladrando. Voy a encender la luz. No va. Joder, Joder, Joder!!!! Pero, qué dem…?

Y el golpe. Ese que una recibe en la boca del estómago tras que el astuto cerebro haya repasado sin tú siquiera haber sido consciente, todas y cada una de las posibles variantes para permitir que sigan flotando en la superficie aquellas que más probabilidades tienen de ser, por estúpidas que parezcan…

El pánico acaba de golpearme dejándome sin aire. Me abalanzo sobre la ventana del baño y la abro. De golpe tengo calor. A tientas encuentro el mechero y enciendo algunas de las velas que guardo en una cajita de mimbre para facilitarme el trabajo en las noches que ando chill out…

Sigue oyéndose a los vecinos.

Han saltado los plomos?

Brad sigue con su perorata perruna. Creo que el cd en modo repetición sigue sonando...

Salgo del baño mechero en mano. Nunca se sabe. Me siento estúpida al pensar que podía haber cogido el secador del pelo si pretendo defenderme de algún intruso que haya entrado en casa. Voy hasta la puerta de la entrada y miro la caja de los fusibles. Todo en orden.

Apagón. Seguro. Tantas lucecitas y tanto árbol. En fin...

Acabo de darme cuenta de que no es el cd lo que suena pero no puedo pararme a pensar por temor a que el miedo me aplaste.

Vuelvo a la habitación y trato de ser práctica con mis pensamientos. El miedo paraliza. Entonces caigo. Humo!! Oh mierda!!!! Y renace con fuerza el golpe que se ha mantenido latente en la boca del estómago. Esta vez viene seguido por un millón de ideas que cruzan veloces por mi mente.

Salgo corriendo hacia la cocina, tropezando con no sé demasiado bien qué. Oigo un ladrido lastimero de Brad.

_Lo siento.

Busco en el último cajón de la cocina la linterna.

Vuelvo a la habitación y las manos me tiemblan. Me repito una y otra vez que tengo que estar tranquila. Tengo que estar tranquila. Tengo que estar tranquila. Además con tanto paseíto un ladrón ya se me habría echado encima hace rato.

Abro el cajón de la cómoda y me pongo un chándal. Las zapatillas y me echo por encima una bata.

Vuelvo al comedor. Abro la puerta de la calle y entonces una densa humareda negra me golpea haciéndome volver a cerrar la puerta de golpe. Voy hacia las ventanas. En la calle las luces brillan. Azules, naranjas, sirenas…

Oh Dios mío, no!!!!

Guillermina!!!!!

Busco el trasportín de George y la correa de Brad. Encontrarlos a ellos resulta más complicado. Deben notar el miedo y están más paralizados que yo.

_Qué coño hago?

Busco en el bolso el móvil. Llamo a Clara. Un tono, dos tonos…tres malditos tonos…vamos, vamos, vamos!!!

_Hola Neni, cóm….

_Clara el edificio está ardiendo. Estoy atrapada. Por favor… Tengo miedo. Qué hago?

_El edificio ardiendo? Neni? Me oyes?

Oigo gritos en la escalera. Me acerco a la puerta. Instintivamente cierro el teléfono. Las llaves de la señora Guillermina están colgadas en el enorme llavero que cuelga de la pared.

No sé lo que hago. El teléfono suena. Luego lo hace el de casa. Voy al baño. Tomo una toalla y la meto en la bañera. Abro el grifo y la mojo por completo. Me la echo por encima. Cojo la linterna, mi manojo de llaves, la llave que cuelga sola del llavero y salgo. No veo. Hace calor. No tengo tiempo. A tientas llego al rellano del cuarto. Me cuesta respirar. Encuentro la cerradura. Entro. Cierro la puerta tras de mí y empiezo a gritar.

Nadie responde. No hay luz. Y tras abrir dos de las puertas, detrás de la tercera veo que la señora Guillermina duerme. La zarandeo. No hay manera, apenas responde y cuando logro que abra los ojos y me mire, compruebo que está más asustada que yo.

_No se asuste pero tenemos que salir de aquí.

_Antonio?

_No señora Guillermina, soy Aroa. Por favor ayúdeme. Tenemos que salir de aquí.

_Qué ocurre?

_Ha habido un pequeño accidente y tenemos que salir al balcón.

_Al balcón?

_Sí señora Guillermina. Por favor ayúdeme._ Noto que es como discutir con un niño que no entiende nada de lo que le digo. Tiene miedo. Y no tengo tiempo. Brad y George están abajo. La rabia empieza a llenarme los ojos y el humo empieza a colarse por donde sea que se cuela. Quiero gritar. Gritar y gritar hasta quedarme afónica. Aprieto los puños y me armo de valor para levantarla a la fuerza y sacarla al salón. Abro la ventana que da al balcón y trato de llamar la atención levantando los brazos y moviendo la linterna. La calle está llena de vehículos. Ambulancias, policías, bomberos. Han acordonado la zona.

Un foco nos ilumina dejándonos por unos segundos a ciegas. Desde un megáfono alguien habla. No puedo entender lo que dicen, hay demasiado ruido y el pánico subyace en las sienes alejando cualquier voz y contacto con la realidad. Si a eso le sumo la adrenalina que me recorre ahora mismo el cuerpo, creo que podría saltar y echar a volar con solo batir los brazos. Dejo sentada a la señora Guillermina en una silla y vuelvo al comedor en busca de una manta. Encuentro una sobre el brazo del sofá. Se la echo por los hombros. Mira sin saber qué ocurre. Está todavía bajo el efecto de los tranquilizantes. Miro de tranquilizarla.

Las mangueras que disparan agua desde unas escaleras ancladas a los camiones apuntan al segundo piso.

Veo acercarse otra escalera con una cesta. Un par de bomberos van en ella.

_Ahora vuelvo._ Grito para desesperación de los bomberos que me miran.

_Señoras no se muevan de donde están.

_Paco no me dejes sola de nuevo!! _Miro a aquella anciana que con miedo en los ojos me suplica mientras toma mi mano y la aprieta con fuerza.

_Señora Guillermina tengo que bajar a por mis niños. Quédese aquí. Tranquila. Ahora vuelvo y...si encuentro a Antonio le diré que venga conmigo, de acuerdo?

Me observa y los ojos le brillan. Asiente y se lleva las manos al pecho. Sonríe...

Cuando tengo a los bomberos a menos de tres metros y para su sorpresa, vuelvo al piso. Oigo los gritos pero pronto entiendo que de nada va a valerme darles explicaciones. No van a dejar que vuelva y no puedo salir sin ellos. Alumbro el suelo hasta encontrar la toalla. Vuelvo a echármela por encima y abro la puerta de la calle. El humo es más denso. Hace más calor. Me coloco la toalla sobre la cabeza cubriéndome la boca y vuelvo a bajar a tientas a mi piso. Tropiezo en el último escalón y me rasco las rodillas. Me golpeo en la frente con la pared. Atontada vuelvo a entrar en mi piso y busco a Brad y a George. No los veo. Pánico. De nuevo. Miedo a perder. A hacerlo de nuevo…

Hace calor. Oigo gritos detrás de mí. Me quito la bata que pesa horrores y los llamo. Toso y las arcadas llegan a mi boca sin saber demasiado bien por qué. Recorro como puedo el piso. Los ojos me pican, la garganta me quema y estoy sudando a mares. Intentar alumbrar con la pequeña linterna se complica cuando mi pulso ha decidido dejar de ser pulso y entonces entiendo que toda yo ando temblando. Veo a Brad bajo la mesa de la cocina y tiro de su correa hasta subirlo a mis brazos. George no aparece. No tengo mucho tiempo. Alumbro aquí y allí hasta que tropiezo con una de las mesitas y algo cae al suelo haciendo un ruido que asusta a George que sale disparado de detrás del sofá hasta escabullirse en el baño. Intento correr tras él pero alguien me sujeta por el brazo. Grito y golpeo a diestro y siniestro hasta darme cuenta de que es un bombero con una gran linterna y una mascarilla. Le indico que espere. Me suelta. Aparezco con George. De vuelta al comedor los envuelvo en la toalla que dejé en el suelo al entrar y vuelvo a acercarme a la puerta acompañada del bombero que me da instrucciones. No puedo entenderlo. Me acerca su mascarilla y me obliga a respirar durante algunos segundos. Cierra al salir y yo me pego a él. La pared es la zona menos caliente y nos arrimamos a ella para que el calor no nos abrase. Empiezo a notarme mareada. El humo es completamente negro. Noto el calor en las cejas y la boca. La nariz me arde si trato de respirar por ella. Y si respiro por la boca la tos me ahoga. Solo espero que mis pies sigan respondiendo. Empuja la puerta del piso de la señora Guillermina y nos iluminamos  con las linternas hasta llegar al recibidor.  Cierra la puerta de la calle y una vez allí me pregunta si queda alguien.

Niego tambaleándome.

Asiente y me acerca a su cuerpo.
 
_No cierres los ojos. Mírame.
Joder con la de veces que me he puesto como una moto cuando me han dicho eso y yo con estos pelos... pero no puedo, juro que lo intento pero no puedo. Quiero dormir. Mucho.

Me coge por los hombros con fuerza y me acompaña de nuevo a la terraza cerrando detrás de nosotros todas las puertas que encuentra. La espera a que la cesta vuelva a subir se me hace eterna...
 
Cuídense.
Sean Felices.
Ciao.
;-P 

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