NOVIEMBRE ( IV )
A veces el propio círculo te avisa invitándote a tomar esta
vida en serio. Otras te empuja a despistarte a juegos y tientos con esa que
tienes entre manos y no sabes demasiado bien hacia dónde cojones dirigir.
Círculos cíclicos en el tiempo y la memoria, si echas unos recuerdos
atrás, o cuatro estaciones o puede que siete, o ciento quince o…algunas fechas
concretas atrás que la mayoría de las veces, solo vienen a seguir odiándonos
por estar vivos. Conscientes una noche o una mañana al despertar, una cualquiera,
porque hay recuerdos de muerte cíclica, de risas cíclicas, de ojos que ocupan
todo el círculo para darle paz a un pedacito y ofrecerte guerra en otros. Relojes
y tiempos que no siempre vienen midiéndose entre segundo y segundo después.
Aquí la fuga del círculo. La única. La que lo invade todo y nos sigue dando
forma, una infancia y media después, o puede que solo un verano, un viaje, una
pelota, una mascota, algunos adultos.
Que no te avergüence mirar atrás, porque para eso hay que
estar aquí adelante. Un poco, un mucho, un reconociéndote imperfecto o …o un
círculo de desmemoria después…
En tus manos…y en la de tantos otros. Porque uno no viene
nunca para estar solo…pero tampoco acaba conociendo demasiado a nadie. O no del
todo. Y esa estúpida idea de conocer por ser mayor, de tener todas las
respuestas, de no tener miedo, o de esperar que no llegue más que la mitad de
uno o tres veranos, lo mismo no es cuanto esperabas…
En ocasiones los círculos duermen en los armarios, entre las
mantas…y nos recuerdan cuando nos cubrimos con ellas, la de monstruos que
llevan calentando nuestra piel cuando creemos que solo necesitamos dejar
descansar nuestra culpa y, entonces la calientan y la avivan…
No hay círculo grande o pequeño. Cada ínfimo recuerdo se
desplaza siempre sobre el mismo, el suyo, siempre, la misma órbita, viniendo a
chocar en ocasiones con otros círculos y dando forma a eclipses dentro…si miras
incluso puede que llegues a verlos. Pequeñas esferas que giran en una dirección
u otra, sin velocidades concretas, y pudiendo cambiarlas a su antojo si el
movimiento de otro lo desplaza o lo arrincona, salvándose solo a veces de ser absorbidos
por otros mayores…
Hay círculos tan grandes que apenas nadie puede moverlos.
Hay círculos señores, y círculos niños… los reconocerás por los colores con los
que rueden…por las sonrisas que lleven dibujada en su boca, y los jaleos faltos
de sus ojos.
Hay tantos círculos que no vas a ser nunca capaz de
contarlos todos. Ni de reconocerlos todos, ni de ubicarlos todos, ni de olvidarlos
todos, ni de que corran la suerte de ser desplazados hacia lo más profundo de
cada uno de los eclipses y acaben desintegrándose…
Hay tantos que la mañana menos pensada uno de esos círculos
llegará a tu nariz y podrás oler lo que hace tiempo atrás, ya sea una flor, una
piel, un verano o una comida en una de esas terrazas donde el olor a lavanda y
el fucsia de las buganvillas lo inundaba todo…
Uno de esos círculos vendrá a traerte de nuevo el color del
mar azul en esos ojos…
Cada uno de ellos vendrá a reconocerte como Noviembre. Entre
Julios, Mayos, Diciembres, Agostos, y Eneros, siempre cíclicos y a destiempo… siempre
nuestros sin que podamos retenerlos para siempre. Tan efímeros como lo son algunos recuerdos…
Círculos, febreros, monstruos y otoños después…
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