2717 ( 4 )
Ahora ya no me produce nada en absoluto. Nada dentro que
asombre a mi parte racional o inhumana, pero reconozco que las primeras veces
sentía fascinación por mirar en sus ojos y ver que allí ya no había nada. Me
costó llegar a comprenderlo, y una vez lo hice, perdió casi toda la emoción. Vuelvo
a empalmarme solo con darme cuenta de que en el justo momento en que agonizan,
el cuerpo sigue vivo solo por inercia, y porque debe ser más perfecto de lo que
hemos creído hasta ahora. Nos negamos a morir porque va contra natura si no es
el propio cuerpo quien decide hacerlo. El cuerpo lo niega porque de una u otra
manera debe permanecer atado a algo que lo hace suyo y que no quiere dejarlo
escapar. O no todavía. O no allí, o no de aquella manera. Cuando sea lo que sea
nos abandona, los ojos permanecen tan lejanos y tan vacíos, que al principio da
miedo. Los espasmos por llenarse de nuevo de ese algo nos mantiene algunos
segundos tratando de luchar para intentar completarnos. Lo que el cuerpo no
sabe, es que una vez ese algo dentro te abandona, nada nuevo puedo llegar a
poblarlo. Ya no hay vuelta atrás. Lo dicen siempre los ojos. Lo dicen siempre
que no dicen nada. Entonces, ahí, ya no hay retorno. No recuerdo si me
sorprendió llegar a comprenderlo de esta forma que es únicamente la mía, o si
cada asesino se plantea las cosas como yo las hago, pero recuerdo que mientras
el proceso de comprenderlo duró, la técnica se amoldó a la necesidad, y
entonces el cuchillo el arma. Clavado en el corazón o degollando es como más
claras se ven las cosas. Y cuanto mayor es el cuerpo, más segundos se pasa
sacudiéndose sobre la alfombra o el
parquet de esas habitaciones de hotel en las que todo ocurre.
Acojonan el silencio y el vacío. Siempre. Malvivir si a fin
de cuentas eres incapaz de saciarte. Si estás sacudiéndote sobre el suelo el
tiempo es limitado, vivir sin sacudirte y lleno de ese vacío, eso es lo
realmente monstruoso.
Quien más quien menos es monstruo de su propia vida y
destino. Otros se convierten en verdugos, monstruos y enfermos de esos otros animales.
Esta no deja de ser una cadena que hace posible el ciclo de unas vidas que
debieron no ser, o que pronto dejarán de ser. Tiempos pactados, marcados,
limitados, y monstruos, siempre monstruos. Da igual el orden. Monstruos a fin
de cuentas.
Depredadores vacíos que acaban con enfermos vacíos y
dementes. El vacío tiene tantas escalas
como clases diferencian a todos esos a los que se les acaba el tiempo. Tiempo.
Siempre tiempo. Siempre vacío de tantas cosas y lleno de
monstruos.
monstruos.
Comentarios
Publicar un comentario