AL PEOR DE LOS COBARDES...


 
 
...en ocasiones y entre toda esta mole de hormigón. Solo en ocasiones, y casi…

Y entonces recuerdo que al principio y en solo dos bocados era capaz de recorrerle las muñecas y los tobillos. Y la oía reírse a carcajada limpia mientras el bello de todo el cuerpo se le erizaba…

Si miraba sus pequeños pechos blancos, el pezón despuntaba insolente y ella se ruborizaba hasta el punto de soltar uno de esos suspiros que ahoga la risa cuello abajo.

Ese mismo cuello que era el dueño loco de todo su autocontrol absurdo.

Como el de tratar de pausar al manicomio en que se convertía el corto pasillo hasta la cama.

En ocasiones y entre toda esta mole de hormigón me asalta la completa felicidad cuando puedo sentir que en solo una bocanada de aire ella vuelve a entrarme adentro, tanto, que ese algo que duerme desde entonces,  se cortocircuita y va a golpearse contra las paredes del estómago. Cuando logro recordarla es en esas ocasiones, y entonces me falta el aire.

Y soy tan consciente de todo que me doy miedo.

Si esto no es estar completamente loco, qué otra cosa…

En ocasiones, muchas también, recuerdo el miedo, y entonces bilis, solo bilis.

Algo más de esfuerzo, solo eso. Y una actitud que no pareciese la de cualquier fulana barata que complace solo para quitarse al muerto de encima y poder así dormir tranquila.

Y el desorden, y la comida que se pegaba en los fogones mientras ella bañaba a los niños o los ayudaba a ponerse el pijama…

Mi miedo a perderla acabó convirtiéndola en una mujer temerosa. No quise acostumbrarme a mi vida sin ella, ni siquiera podía imaginarlo sin que un impulso me llevara a buscarla y a rastrear en sus ojos que no fuese eso mismo lo que ella estuviese esperando, eso, y ese miedo la hacía encogerse aun más, y entonces mi miedo se hacía más grande…

A medida que iba olvidándome de la piel de su cuello a ella se le olvidaba sonreír, debió darse cuenta de que olvidé por completo también sus muñecas, sus tobillos o sus pezones, el monte de venus ya apenas liso que mis dedos caminaron todas y cada una de alguna de aquellas noches. Entonces la alerta…

Su torpeza. Algo que al principio me hacía reír como un loco o tener metralla con la que hacerla avergonzarse…su torpeza. Esa que en las últimas cenas le hacía derramar la sopa en la mesa cuando le pedía que se sentara…o la que hacía que se arrinconara bajo mi cuerpo cuando solo trataba de acariciarle o le daba una cachetada en el culo…

Esa vergüenza a enseñarme de nuevo su cuerpo, y cómo trataba de esconderlo…Oh, Joder es que la hubiera matado todas esas noches que mirándola desde la cama a la muy puta las lágrimas venían a recorrerle la cara mientras me rogaba que esa noche la dejara descansar, de vuelta al mismo soniquete… la casa, el trabajo, la ropa, la puñetera lavadora o que no levantara la voz para que no nos escucharan los niños…

Que lo fuese todo. De nuevo. Como al principio. Solo quería que volviera a ser mi mujer, mi lugar en el que perderme, mi fortaleza, mi todo…

 

Aquella mañana fue un vaso. Creo que pude escuchar el silbido que hacía al caer. Nuestro piso se había quedado mudo y fue por culpa de su silencio.

Había intentado maquillarse y algo, raro, una mezcla de lágrimas y maquillaje embadurnaban su cara…

No me contestó cuando le pregunté qué había pasado y me miraba agachada desde el suelo tratando de recoger los pedazos de cristal que se desparramaban por todos lados.

Ahora sé que el miedo a veces lo vuelve a uno sordo.

Sus canas la habían hecho envejecer de golpe de la noche a la mañana. Aquella horrible bata bajo la que se escondía…

Una pequeña astilla de cristal, la mecha prendió solo con eso…

No puedo explicarte ahora ni creo que pueda hacerlo nunca qué alimentaba toda esa rabia, tampoco creo que puedas entenderme, solo puedo admitirte que en aquel momento, todo llegó a ahogarme, la propia rabia, su imagen, lo que sentía al verla así, sus llantos, su jodidos llantos, por todo, la negrura que vino a nublarme la visión, no poder verle los ojos, no poder llegar a ellos…su terror me aterraba…

No era a ella a quien golpeaba… era al monstruo en que decidió convertirse hasta que acabó con todo.

No era ella…

En ocasiones me ahoga el miedo, otra el llanto, la locura que se ha mezclado con el hormigón de estas paredes y me la vomitan a la cara…puedo oler al monstruo feo y putrefacto y solo en ocasiones, en contadas ocasiones, ella viene a inundarlo todo con el olor de la primavera, golpeando dentro y permitiéndome sentir vivo…

 

P.D: Ni una sola víctima más!

 

Cuídense.

 

Sean Felices.

 

Ciao.

Comentarios

Entradas populares de este blog

MERECES...

CONSTELACIONES... ( 3 DE MAYO DE 2009)

QUÉ TEXTURAS PINTAN LAS NUBES?...