NUNCA DIGAS...( O NO ME TOQUES LAS PALMAS QUE ME CONOZCO I)



 


...Me había mantenido limpia. Zombi, aunque limpia mientras duró el proceso agónico de deshacerme de ella. Es lo que tiene ir borracha de suicidios. Lo que tienen los asesinatos. Que la sumen a una en una espiral de delirio donde lo mejor es mantenerse poco atenta a los estallidos de realidad, así que observar como las motas de polvo danzaban en los rayos que se colaban por entre las cortinas todavía le daba un aspecto más siniestro a todo lo que ya me envolvía y seguí negándome a creer que aquello fuera un retazo de mi vida.
El hedor era insoportable y sabía que si me movía hacia uno u otro lado, acabaría por mancharme. Las sábanas estaban llenas de mi propio vómito. Pero quise mantenerme en mis trece y obligarme a pensar que aun así, estaba limpia. No podía permitirme pensar lo contrario.

No había tenido siquiera fuerzas para incorporarme o salir corriendo hacia el baño, así que intentaba no pensar en cómo había pasado a encontrarme donde me encontraba, y mi estado tampoco parecía darme las respuestas, así que en una de las ramificaciones del astuto delirio, me convencí de que debía tratar de dejar de pensar en el desayuno y los calmantes desparramados en compañía de mis jugos gástricos y parte de ella. Ya cambiaría las sábanas y me ducharía cuando pudiera mantenerme en pie.
El modo supervivencia es esencial cuando la definición básica de las palabras ser y estar pasan a ser solo eso. La de ser y estar.

El sudor perlaba mi frente y tiritaba bajo una sábana poblada de olores nauseabundos. El sudor pegajoso y la sangre no hacen buena combinación, y temí por un segundo que esa fuese la imagen y el olor que percibiesen quienes me encontraran muerta días después… No me importaba. Llegué a pensar que si eso ocurría, no iba a importarme. Ya iba a estar muerta para entonces. Y en ese estado ni se siente ni se padece. No ocurre eso mismo siempre que se comete un asesinato aunque este no haya sido más premeditado que otros?...

…Me falta el aire y apenas puedo cargarme del valor y la fuerza necesarias para pensar que debo levantarme y tratar de llegar al baño. Como de costumbre también y en estos casos, una saca fuerzas de donde ya no las tiene, y aunque parezca extraño, trata de rechazar la realidad que viene a golpearla al tomar conciencia de su propio estado y su propio yo. Siendo menos yo porque recuerdo que una parte de mi corre piernas abajo. Puedo notarlo. E instintivamente apretó mis muslos para no dejar un reguero de sangre en el suelo. Cuando llevo mi mano a la entrepierna la noto húmeda. Ya es demasiado tarde como para no saber qué ha ocurrido y de qué manera letal me he herido. Una vez más….

…Me tambaleo y cuando llego a la puerta, el marco me sirve de apoyo. Tengo miedo de mirar la escena. Sé que ella está muerta en la cama. Lo sé por el olor.
Los colores han pasado a perder la vida y la secuencia es parecida a una de las pelis ochenteras que tan poco me gustan y donde intuyes sin necesidad de estar siguiendo la trama, cuál será el desenlace del protagonista.

La empresa de llegar al baño queda reducida al intento de poner las manos delante mi cuerpo antes de desplomarme y caer redonda en el pasillo.
Permanezco allí hasta que el sonido del teléfono me saca de la mezcla de sopor y miedo.
Sé que no voy a llegar a tiempo y espero que en cualquier momento aparezca alguien que me ayude a levantarme, me deposite en la cama con sábanas limpias y paños fríos en la frente.
Alguien que me consuele y entienda que no necesito de broncas en este justo momento. Alguien que me mime solo un poco, pero como en las pelis que tan poco me gustan, eso no ocurre. _Esto te pasa por Gilipollas! _Ahogo la voz que sale de dentro. Ya he aprendido a asesinar. No la necesito. No ahora.
Desconozco el tiempo que transcurre entre una llamada y otra y de nuevo el timbre del teléfono vuelve a sacarme del trance en el que me encuentro. Ninguna de las llamadas es suya. Las lágrimas secan y estiran el contorno de mis ojos y empiezo a sentirme más sucia que nunca. No puedo seguir ocultándomelo. Otra sensación que viene a agrandar y a convertir en hecatombe otro retazo de mi ya de por sí asquerosa vida. Ojalá no me levantara del suelo. 

No quiero ser o estar, no quiero desconocer mi cuerpo y tratar de impedir que lo irremediable siga su curso. Y en cambio soy y estoy. A medias, sola. Más de lo que he estado nunca.
Habiéndome deshecho sin estar demasiado segura de cómo, de la mujer que soy, la niña que fui y muy probablemente habiendo sembrado la semilla de la mujer en la que me convertiré si logro salir de esta. Y la visión me releva en un momento de clarividencia, que sería mejor que todo se parase ahora.
He enterrado en sosa cáustica lo que ha sido hasta ahora, para asegurarme de que no pueda volver a ser.
No las tengo todas conmigo. No recuerdo cómo sucedió. Tal vez la estrangulé con mis manos.
No estoy segura. Solo recuerdo que entre el polvo que danzaba, pude mirar por última vez en la beta verde de sus ojos y yo ya no estaba.

Mientras todo eso ocurre el cobarde silencio, ese al que me he asociado porque la vergüenza ,el miedo y la culpa pesan demasiado sobre cualquier conciencia.  La mía no es menos, por más que en este estado no sienta lástima por ella, si no asco hacia mí. De nuevo. Siempre de nuevo. Nunca por primera vez.
Sé que si salgo de esta la habré perdido también y reconozco que no sé qué podré esperar luego. Me da miedo hacerles frente, y me pregunto si puede que no me quede otra. Sea como sea, ahora mismo soy incapaz de encontrarme. Y el tiempo deberá ponerme en su sitio, si es que lo hay.  Si no, seguiré a oscuras…
He decidido besar en la boca al diablo y ya visto por completo una piel que no siento mía aunque haya empezado a corresponderme y se haya adaptado perfectamente al contorno de mis pechos y mis hombros.
No dejo de intentar de manera estúpida cargar las culpas de mis actos a otros para que pesen menos, pero pronto entiendo que eso no va a ayudarme en nada. Ni siquiera a llegar al baño.
Aun en el suelo me pregunto cuántas de las mujeres se encuentran en estos momentos como yo.
Cuántas sienten haber perdido demasiado. Cuántas han encontrado yermas las tierras donde antes cultivaron y cuántas observan como la naturaleza del otro ha arrasado por completo barriendo con todo lo que encontraba a su paso.
Cuánto peso deben sentir. Cómo vivirán a partir de entonces si lo único que nos mantiene atadas a algo es la confianza y algunos se han encargado de hacerla pedazos y pisotearla mientras observamos arrinconadas desde cualquier esquina. Haciéndonos pequeñas, sin caber en el cuerpo y la mente que fuimos.
Es todo tan extraño. Tan complejo...

Cuántas no volveremos de las vacaciones estivales obligadas a fingir, a mentir y sabiéndonos asesinas.
Cuántas no nos cruzaremos en la calle mirándonos a los ojos y notando que nos falta un pedazo.
Divago ante la necesidad de que todo hubiera ocurrido antes, porque cuanto más tarda en suceder, mayor parece la pérdida, la caída y el esfuerzo titánico por volver a levantarme.

En mi caso todo pasó a formar parte del olvido del otro solo unas horas después, así que me obligué a darle a su piel, sus palabras y sus pajas mentales carpetazo de golpe. Debería seguir lidiando con los míos, y como siempre, eso le daba ventaja a él por más que a mí se me levantaran paredes invisibles contra las que iba a chocar una y otra vez hasta desangrarme por completo o volverme más loca de lo que ya estaba. Yo pasé a formar parte de las sombras con las que había convivido hasta el momento, una vez se apagó la vela con la que iluminaba mi vida cada vez menos, el resto del mundo se convirtió en el peor espacio en que pudiera desear estar, convirtiendo en fantasmas a los que hasta hace poco habían compartido su tiempo y sus esperanzas conmigo. Volviéndolo todo negro. De nuevo. Aunque esta vez era diferente...

Empezaba a sentirlo todo tan lejano que poco a poco algunos matices desaparecieron. Algunos significados se enterraron bajo tierra y el engranaje de la mente que ya no era mía, se encargó de arrancar de raíz todo lo que hasta el momento había ido naciendo para mantenerme a flote…

…Tras arrodillarme delante del váter, solo bilis. Amarga. Siempre amarga.
No voy a engañarte porque esta historia apenas tiene nada nuevo.  Y si eres listo sabrás que vengo a contarte de qué manera uno va muriendo siendo consciente de ello. El problema está en que unos viven en la melopea de una felicidad continua que les impide pararse a pensar o notar, y otros en cambio parecemos ir haciéndonos con la consciencia de quienes se niegan, y sobre nuestras espaldas recae el peso sordo de vivir con la carga de todas las otras muertes…Reconozco que egoístamente he pensado que cada palo debería aguantar su cirio. Reconozco que mi estupidez ya no puede ser mayor. Por haber pensado que era egoísta, y por seguir acobardada ante la idea de la nueva aunque miserable vida que yo solita me he labrado.

Historias macabras. Para no dormir. Y que van a hacernos vivir entre las penumbras de nuestro propio consciente y la locura con la que esta vida quiera escupirnos, lamernos o follarnos...
Por si en algún momento llegaras a preguntártelo, sí. Le he pedido a Dios que no me perdone.
En esto he permitido que me conviertas...

P.D: Primera de algunas. Desconozco cuántas. O las ganas. O el tiempo...ya sabes.

Cuídense.
 
Sean Felices.
 
Ciao.
 
;-)



Comentarios

  1. Bueno??? No hija!!!!...lo siguiente...claro ke yo en esta partida juego con gran ventaja...te conozco,o casi lo estoy consiguiendo...;0)...mme encanta...no pares!!!!!

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