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Tarde o temprano siempre aparece algún demonio que nos
devuelve a todo eso que es tan real y de
lo que tratamos de escapar desesperadamente. Demonios que vienen del silencio, del ruido, y de la locura
que acecha tras cada segundo después de cualquier golpe seco. He necesitado
habitar a solas durante algunas noches, deambulando entre la gente, para que
el asco propio no me recordara la putrefacción que ya no se esconde solo bajo
las alcantarillas.
He necesitado apartarme de esa perfección ficticia y asesina
que se disfraza de miseria, oculta dentro y tan arraigada de costumbres, que
como con el paso de la aguja de un reloj sobre la otra, vuelve caduco a los
hombres antes de ser. A todos.
Algunos desalmados se abren paso entre el menor de los
cinismos solo para recordarte en qué momento y bajo amenaza de locura te hicieron
suyo. He descubierto que ella lo llama dejadez, olvido, y en
ocasiones hasta se atreve a hablar de amor propio… Por sentir, cómo venía a desordenarlo todo, por poco
que hubiera, todo, sintiéndose así Todopoderosa. Puedo sentirla algunas mañanas,
y me sorprendo encorvado, acobardado tras tantos delirios, sabedor que esto no
acaba aquí, que es posible que no acabe nunca, y que tras el frío, algunos monstruos,
algunas mañanas…mientras la piel envejece bajo las sábanas, el agua de la ducha
o el jabón que usa el barbero los días que decides hacerle una visita.
Alguna de esas mañanas he podido comprobar con tremenda
claridad sus piezas de madera junto a níveos relojes de arena donde parecen
enterrados todos los rayos de luz, y oscuro al otro lado del tablero. Con todas
sus piezas reinas y tú apenas con un caballo ciego y una vieja torre.
Si le temiera, te hubiera jurado por Dios que busqué la
manera y que solo encontré esta. A estas alturas y ya sin dios alguno, hasta de
eso dudo, porque no, yo no lo hago como lo hacen los otros, sin un motivo más
valioso que el que no se adquiere solo con la rabia.
Sabes que después de ella, nunca vuelve haber paz?...
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