TRAS EL CAOS ( 9 )
Crear desde un caos asociado a la propia existencia es
demasiado complejo. Olvidamos demasiado a menudo que somos solo mortales. Que
solo unos cuantos viven sin haberse roto nunca tanto, hasta llegar a perder pedazos
de sí mismos para convertirse solo en sombras de quienes estaban predestinados
a ser. Eso, siempre y cuando se entienda al destino como ruleta rusa macabra que
acaba solo cuando la única bala viene a salvarte. Ese no fue mi caso. Y esta
locura me lleva a encontrarme cada vez más adentro, más oscuro. Mi tiempo va colándose
por algunas grietas, algunas viejas cicatrices, el tabaco y el alcohol al que necesito
más cerca que nunca.
Algunos somos tan cobardes que buscamos no estar para que
todo el peso no venga a aplastarnos por completo. Puede que en esos momentos de
absoluta oscuridad se vea todo más claro. Puede. Solo puede. O puede que solo
sea un espejismo por ser lo que ahora no es. Lo que no ha sido nunca. Y no
siempre esos oasis nos mantienen con vida. En ocasiones también, muchas, y si
no has tenido la suerte de que te tocara la bala que debía salvarte la vida, solo
la consumen.
No hay miguitas de pan que te devuelvan a casa. Nunca ha
habido una casa, y tú ni siquiera sabrías por dónde empezar a construirla
cuando sientes que todo lo que debe asentarla está en completo desorden. Las
ventanas son más grandes que la puerta, el techo se inclina deforme hacia
arriba, las paredes están pintadas de diferentes colores, chillones, que le dan
al lugar un aspecto tan frágil y sin sentido alguno, que esperar que esa edificación
permanezca en pie, es una idea estúpida. Lo sabes. Tantos pedazos, grietas
después, y sigues en caída libre. Puede que de eso se trate, de aprender a
vivir con todas las goteras del mundo. Puede que solo debamos aprender a entrar
a casa por las ventanas y buscar la harmonía en el más completo caos. Puede. A veces.
En ocasiones. A menudo. Solo. Puede.
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