ME DA PENA SABER QUE TODO ACABA...
...a este paso la borrachera de rabia habrá pasado.
Es lo que tienen estos días de lluvia.
Nada parece funcionar. Ni lo ha hecho el teléfono a lo largo
del día, ni la conexión lo hace ahora…
Rabia, y no me preguntes por qué, o lo mismo sí. Voy a
contarte si me apetece, y ya si eso, luego tú lo haces tuyo, o no. Esa es la
libertad que se me permite, la del silencio, déjame usarla. Supongo que ha sido
en parte la niebla, demasiadas horas en el coche bajo una lluvia de narices.
Esa sensación de correr a todos lados para llegar siempre tarde, y esa música
que a peque tanto le gusta, pero que a mí son espadas…
Me pregunto si no será mano de la tensión, y vuelve que
puede, solo puede.
Claro que por preguntarme, podría, y lo mismo llego a la
conclusión de que si alguna vez mereces verdugo, en mí recaerá esa gracia. Es
lo más justo.
Si de justicias hablamos tú olvidaste alguna. Pocas, creo
recordar que fueron pocas. Las capitales únicamente…
De ahí la rabia.
Porque sabías quién era. Y el sinsentido que tomarían mis
palabras. Siempre. O dónde estaba, o cómo me sentía estando en aquel lugar.
A veces vuelvo la vista atrás, y ahora todo aparece
marchito, oscuro y frío.
Una sola gama de negros y grises.
Es solo este mes y este miedo que me hacen replantearme las
palabras, solo eso.
Y me centro en tu rabia y así me olvido de la falta de
estas.
Porque de haberlas serían las mismas, y si cada vez hay más
tonos de grises o negros, es porque esto está por fin muriendo.
Rabia, porque hay emociones que solo pueden recordarse de
estómago para adentro.
Rabia porque cada vez van quedando menos.
Solo queda resolver un problema, y es como dejo de sentir
rabia cuando eres tú el que se las lleva…
A veces creo que debería disculparme por ellas, por el
atrevimiento a entrarte dentro…
Luego siento que olvidaste demasiado pronto que soy mujer, y entonces siento que merezco ser tu verdugo…
Cuídense.
Sean Felices.
Ciao.
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