SIN QUE TÚ LO SEPAS...
Desperté abrazada a ti. Tu olor recorría aún la almohada. Cuarenta euros en el monedero, un aeropuerto, y tu mano. Volví a sentirla tras…cuánto? Tenías el pelo más largo, y apenas se apreciaban las canas. Estabas guapo. Y me decidí a dejarme llevar a sabiendas de que iría donde quisiera. No recuerdo quienes te acompañaban. Sólo que en el momento en que llegamos a no sé donde, un grupo de bailarines nos recibía sobre un suelo con grandes azulejos negros y blancos. De haber habido más luz, tal vez hubiera descubierto si eran piezas de ajedrez. Tras eso, volver a la taquilla. La misma que hace ya algunas décadas buscaba entre ventanas escondidas en las paredes y viejas puertas de madera… Anoche te tuve para mí sola. Decidiendo de qué manera disfrutarte o hacia donde llevarte. Eligiendo al azar si permanecer callada y observarte, o si observarte y permanecer callada. Quieta. A sabiendas que te esfumarías en el menor movimiento que se produjera bajo las sában